Desde el neoliberalismo México no había enfrentado tal estancamiento, corrupción y movilización social. La marcha del 15 de noviembre, impulsada por jóvenes y diversa en participantes, expresó el hartazgo ante más de 131 mil desaparecidos y asesinatos durante la actual administración.
Por Javier Orozco Alvarado, Ex rector del Centro Universitario de la Costa Universidad de Guadalajara
Desde que se instauró el neoliberalismo en México, hace más de treinta años, no habíamos vivido tanto estancamiento económico, tanta corrupción, ni tantas movilizaciones en todo el país; mucho menos la represión y la persecución de los manifestantes.
La marcha nacional del pasado 15 de noviembre en más de cincuenta ciudades, fue promovida por los jóvenes de la Generación Z, en la que participaron ciudadanos de todas las edades, clases sociales, niveles educativos, creencias religiosas y todas las expresiones ideológicas.
No fue una marcha de partidos, fue la manifestación del cansancio de una sociedad que vive y que observa con preocupación la desaparición de 131,654 personas y el asesinato de sus seres queridos en campos de exterminio como el Rancho Izaguirre en Jalisco, desde que inició la Cuarta Transformación.
Es la indignación ante la corrupción en PEMEX y la impunidad de personajes como Adán Augusto López, quien obtuvo ingresos por más de 100 millones de pesos entre 2023-2025 sin declarar impuestos al SAT y salir impune, a pesar de sus vínculos con el líder del grupo criminal “la Barredora” en Tabasco.
Se cuestionan también los lujos, las suntuosas vacaciones en Europa, Japón, Medio Oriente y el nepotismo de la militancia de Morena, mientras pregonan austeridad.
Preocupa el desmantelamiento de organismos autónomos como el CONEVAL, el INAI y la captura la del INE, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) y la SCJN, que fue electa con acordeones; causas por las cuales hay opacidad en información e impunidad sobre la muerte de más de ochenta alcaldes en el sexenio anterior y 11 en lo que va de esta administración, incluyendo a Carlos Manzo.
El movimiento del sombrero, las marchas de los maestros de la CENTE ante la nueva Ley del ISSTE, la toma de carreteras por los campesinos exigiendo precios justos, el bloqueo de autopistas y aduanas por los transportistas ante la inseguridad y la extorsión o el paro de labores del Poder Judicial por el respeto a sus derechos, no son invento de la oposición o el clientelismo de los partidos corruptos del pasado; son el reclamo de una sociedad harta de injusticias, inseguridad, mentiras, simulación y abandono.
Las movilizaciones, no sólo representan la preocupación de las nuevas generaciones ante la tasa de desempleo de 3.0% que los imposibilita de obtener un ingreso o conseguir vivienda propia algún día. También reflejan la inconformidad de médicos y ciudadanos por los 45.5 millones de personas que no tienen acceso a medicamentos y servicios de salud; por los más de 46 millones de personas que viven en situación de pobreza, a pesar de las pensiones de adultos mayores, becas y otras ayudas.
Hay una preocupación generalizada por el crecimiento del 0.1% del PIB en el segundo semestre de 2025, según el INEGI, ante un magro crecimiento del 0.9% anual durante el sexenio anterior.
La deuda generada en los últimos 7 años llega a más de 10 billones de pesos, la inversión en infraestructura pública ha caído del 6% del PIB en 2009 a 2.5% en 2025 y el consumo de las familias disminuyó 3% durante este año. Por eso las marchas exigen revocación, medicamentos, seguridad y justicia para los desaparecidos y el asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo.















































































