Nadie puede escatimar lo logrado por Andrés Manuel López Obrador durante su lucha antes y después de su mandato como presidente de México. Bueno sí, corrijo lo de “nadie”, porque sí hay gente que da más valor y pondera las fallas, los errores de AMLO además de su odio ideológico hacia él para atacarlo sin reparar en los aciertos; para ellas, esas personas, no fueron suficientes para aprobar nada, ni jota, nada bueno del obradorismo. Y luego así desgranar en cualquier oportunidad su resentimiento ácido y falaz.
Fueron sólo 6 años de la administración pública federal, lo que es un tiempo demasiado reducido para poder hacer las modificaciones que el país necesita y claro, hubo muchos temas que se quedaron en el tintero que prácticamente no fueron materia de su atención.
Varios sectores no fueron tocados “ni con el pétalo de una rosa” como lo dijo en su momento el propio López Obrador; No creo que se pueda considerar una falla, como podemos llegar a concluir, sino más bien, razono, fueron asuntos que se postergaron para las nuevas administraciones desde la misma plataforma y modelo político, que a la postre le funcionó con la elección de su delfín que ahora gobierna al país.
No se debe de dejar de ver que el sistema oligárquico en México tenía todo bajo su control. Y cuando se dice todo, todo es todo; desde los mismos partidos políticos, corrompidos hasta la médula (PAN, PRI, exPRD, MC); la estructura base del gobierno federal, todo ese conglomerado sindicalista de filiación priista y panista nombrado como “elefante reumático” por el propio Obrador; poderes como el Poder Judicial y sus ligas con los poderes fácticos, los violentos y los económicos; el gobierno paralelo (órganos autónomos: Ifetel, Ine, etc) manejado directamente por la oligarquía; el oligopolio del transporte de pasajeros tanto terrestre como aéreo; todas las minas y la transformación de metales; las aduanas, los puertos y los aeropuertos de todo el país; la policía federal manejada por sus comandos negros clandestinos; el sector turístico y el saqueo de los recursos paisajistas de la nación; el sector alimentario: la agricultura y su adjunto negocio de agroquímicos, su posterior transformación y el necesario mercado; los medios de comunicación y con ello la confección de la comunicación social para el país; el sector educativo, con poco menos control en el sistema básico y un control mayor en el sistema de educación superior; la actividad bancaria onerosa; el control de Pemex y la CFE para apoderarse completamente del sector energético nacional; en fin, insisto, todo es todo.
No es una faena sencilla cambiar o transformar un país en 6 años con una gruesa estructura organizacional de un alto grado de complejidad que fue construida a lo largo de más de 50 años desde la mentira y la simulación. No. No es nada fácil.
Por ello, asignaturas como la educación superior o en materia de comunicación social o la misma economía, son tareas que se irán re-acomodando conforme el tiempo y los personajes que lo ejecutarán están en la exposición, por eso la lucha no se termina con el adiós de AMLO, continúa.
Con la terminación del periodo de López Obrador no se conlcuyen las tareas que se necesitan para tranformar a México, todo depende de la sociedad en su conjunta de estar vigilantes de los mecanismos de coacción o de compra de los poderosos del dinero a los personajes que quedan para seguir transformando al país.
En ello también conlleva que la sociedad esté vigilante de los actuales diputados, senadores o funcionarios que se embrutecen en los excesos que se intoxican de poder.
Por eso, la herencia de AMLO no es el partido Morena ni que haya puesto en circulación de nuevo el ecológico transporte para pasajeros mediante los trenes del Sur y los que van a circular por el Norte, o la estratégica obra del tren del Istmo, o la impresionante distribución de la riqueza a través de los programas sociales como la pensión de adulto mayor, o que haya alcanzado la manera legal y pacífica la democratización del Poder Judicial, no. No es solamente esa herencia material que deja el famoso “Peje”.
La herencia a la que me refiero tiene que ver con lo intangible: la suma de carácter sobre la identidad mexicana; el conocimiento adquirido desde la misma historia de la nación, la del antes y la del hoy; sobre la enseñanza de sencillez, la austeridad y el amor humano profesado a través de las acciones y, además, la enseñanza política y la pregunta ¿de parte de quién?
Por ello AMLO llamó a este fenómeno “la revolución de las consciencias”. Eso sucede cuando hay voluntad política de abrir el conocimiento de las cosas y darte cuenta que te das cuenta.
Estos 6 años de obradorismo fue para muchos una escuela a la que se acudía de lunes a viernes al salón de clases: los privilegiados de manera presencial, el gran resto, de manera virtual. Así, hay quienes se pueden decir haberse graduado de un curso de especialización política gubernamental que a los años, López Obrador le acomodó el nombre de “Humanismo Mexicano”, visto como un modelo de gobierno de manufactura propia.
La mexicanidad
Una de las enseñanza que más hondo caló fue la fuerza identitaria que emanó a través de la política obradorista en la defensa de México y su amplia y profunda cultura.
Vuelvo al que no debemos de escatimar lo hecho por AMLO: en el caso particular sobre el diferendo y las fricciones diplomáticas que este país latinoamericano tuvo con la corona española y el poderoso gobierno-corporativo de Estados Unidos.
Los españoles y sus costumbres clasistas
Recién iba iniciando López Obrador su gobierno cuando le propuso una ceremonia de disculpas a los pueblos originarios de nuestro país al ahora famoso rey Felipe VI de España. Esto por todas las barbaridades sabidas y no sabidas que hicieron aquellos invasores para apoderarse de nuestro país, llegando al extremo de utilizar enfermedades como la viruela y el sarampión, mortales para los originarios, que los españoles usaron como armas biológicos efectivas para derrotar y asesinar a millones de mexicanos.
Una catástrofe humanitaria que borró de la faz de la tierra a pueblos enteros. Sólo habrá que pensar un poquito y enterarnos del ¿porqué en los estados de Colima y Jalisco, la población indígena es casi nula cuando en todos lados de esos territorios de la entonces llamada Nueva Galicia estaba repleto de pueblos y cultura autóctona? Fue un exterminio total. De eso nadie habla.
El pedimento de AMLO estaba muy bien fundado, pero el desdén y la soberbia de la omisión de respuesta del monarca a la propuesta mexicana fue de enorme falta de respeto y falta de la mínima diplomacia de esa “realeza” y muchos de sus súbditos, tanto en España como en la misma Latinoamérica. Esta petulancia hizo florecer la mexicanidad y la defensa de nuestra dignidad.
La respuesta de López Obrador fue magistral: “nuestro país no es más una tierra de conquista. A México se le respeta” y éste los mandó al congelamiento de las relaciones diplomáticas, maniobra que calificó como “una pausa en las relaciones entre los dos países”. El desdén se les regresó y con ella la dignidad implícita.
Luego la estocada, al mero estilo de su tradicional maltrato animal de la fanfarronamente llamada “fiesta brava”: Claudia Sheinbaum, la sucesora de AMLO, no invita al famoso rey a la toma de protesta como nueva presidenta de México. Un hecho que demolió la engreída y majadera actitud clasista española. Un golpe que los exhibió de cuerpo entero. Una humillación a los otrora todopoderosos, estirpe cuyo pensamiento arcaico provoca enfado social y es cada vez más difícil de sostenerse.
Los gringos y sus costumbres altaneras
También no hay que escatimar la posición del ahora expresidente de México ante las constantes agresiones de los gringos, que acostumbrados a que su voz fuera orden, con López Obrador encontró a un soberano que les reclamaba, con voz alta que alcanzaba miles de kilómetros más allá de nuestras fronteras del Norte, la exigencia del trato desde un “pie de igualdad”.
No fue una vez, esta posición se repitió y se repitió en todo el sexenio, primero con Donald Trump y después con Joe Biden. La posición fue la misma: firmeza en esa relación bilateral. Ésto, para muchos antiobradorista es díficil de captar y entender debido a que sus fuentes de información, los medios y sus voceros tradicionales, nunca hicieron eco sobre estos posicionamientos, todos eran omitidos en los informativos y redes controladas, por tanto no se puede esperar que esos detractores se enteraran de la defensa de la dignidad mexicana porque odiaban escuchar a Obrador en sus mañaneras.
Innumerables veces recurrió a la frase “a México se le respeta”, en respuesta a los tratos indignos de los gringos contra México y sus mexicanos.
AMLO nos heredó la entereza para que los mexicanos se sacudan el “sí señor” acostumbrado al español o el “yes Sr.” de los migrantes a los gringos.
México inmenso y rico
Otros de los legados importantes que dejó la administración obradorista es haber abierto el conocimiento sobre la riqueza que produce el país y que sólo unos cuantos se beneficiaban de ellas, haciendo a unos pocos inmensamente ricos y al resto inmensamente pobres.
La consecuencia de haber exhibido la asombrosa corrupción que sostenía la oligarquía, develó la inmensa riqueza que produce México. Una corrupción transversal que carcomía a todos los sectores.
La riqueza está en todos lados, desde los vastos e importantes recursos naturales que tiene el país (agua, petróleo, litio, oro, plata, etc.) hasta en la manufactura de productos y su mano de obra. En este último, era costumbre en el periodo de los gobierno del PRI y el PAN que las grandes empresas no pagaran impuestos.
Las grandes empresas con miles de empleados les retienen los impuestos y además, estas compañías cobran el Impuesto al Valor Agregado (IVA) y agregan al precio de sus productos el resto de los impuestos como el ISR, IESP o el IGIE. Todo esto se lo quedaban. Funcionaban como un tipo de caja de cobro de impuestos que nunca llegaba al Sistema de Administración Tributaria (SAT) del gobierno federal. Muchas de las grandes corporaciones como las empresas del evasor comprobado Ricardo Salinas Pliego (TV Azteca, Elektra, etc), todas las contribuciones ¡se lo quedaban!
Así, desde el inicio de su mandato, AMLO inició una cobradera de miles de pesos en impuestos de grandes corporaciones como Walmart, América Móvil (Telmex-Telcel), Bancomer, Grupo Modelo (Cerveza Corona), Femsa (Oxxos), Grupo Bal (GNP, Palacio de Hierro, etc), Grupo Herdez, Grupo México (Trenes de carga, mineras), Televisa, Grupo Alsea (Dominos Pizza, Starbucks, etc), entre otras muchas más.
Para que tengamos una idea de lo que se clavaban estas empresas durante el largo tiempo prianista, el pago de impuestos de grandes contribuyentes fue de 2.3 billones de pesos al erario público en 2023. Pues con razón hay multimillonarios con aviones, yates y enormes mansiones por doquier de esto corruptos: quedarse unos cuántos con más de un billón de pesos anuales nos da una idea del porqué AMLO fue tan calumniado y perseguido por los medios de esos que tienen aviones y helicópteros.
Todo esto sin contar la riqueza que cuenta México en recursos naturales que igualmente estaban (están) acaparados como, para poner sólo un ejemplo, el agua. Donde son las empresas extranjeras que tienen acaparados los manantiales de agua (que los explotan sin un resquicio de cuidado) para después vendérnosla a precios elevados a través de agua embotellada, refrescos y cervezas.
Por ello, el pago de impuesto era el primer paso, viene un segundo, un tercero, un cuarto y así, la lucha sigue con un pueblo empoderado.
La austeridad como servidor público
Podemos hablar de más enseñanzas que dejó como herencia López Obrador, como la práctica de la austeridad y sencillez como sinónimo de humanismo sirviendo y no sirviéndose.
Esta herencia juarísta que rescata AMLO, la pone en activo en el servicio público como un requisito que otorga el pueblo a los servidores públicos y que vigila día día su actuar, porque sabe que hoy más que nunca el voto tiene el valor real para hacer efectivo la voluntad popular.
La práctica de la sencillez y la austeridad en el servicio público son elementos que aglutinan la humildad en el servir al pueblo; con ese principio se debe de gobernar en un país donde no puede haber “gobierno rico con pueblo pobre”, siguiendo la filosofía de Juárez.
¿De parte de quién?
Una última herencia que nos dejó AMLO en su despedida de la vida pública del día de hoy 1 de octubre, es la enseñanza política.
AMLO compartió pasajes de su vida política que enseñaban más que el hecho anecdotario que compartía. AMLO se convirtió en el maestro político de millones de mexicanos que el llamó: “el despertar de las consciencias” y en muchas ocasiones, después de su faena magistral del Plan C, donde convocó al pueblo a volcarse a las urnas para configurar las mayorías calificadas necesarias para modificar la Constitución, calificó al pueblo de México como una de las “sociedades más polítizadas del mundo”. No es poca cosa esto.
Esta última frase la mencionaba mucho por aquello de que el pueblo no fue engañado por los medios de comunicación en los procesos presidenciales del 2006 y en el 2012 cuando fue necesario la confección de sendos fraudes electorales para ganarle a la voluntad popular. Cuando en el 2018, AMLO llamó al voto masivo para evitar ese fraude y el obradorismo funcionó. Por ello recurría a la frase que el pueblo estaba muy politizado.
Pero el llamado que hizo en el 2024, fue la evidencia total de su tesis. Sí, México es un pueblo politizado y eso se lo debe al ejemplo y la congruencia que dejó las enseñanzas de AMLO. “¿De parte de quién? Preguntaba AMLO en las conferencias cuando reporteros le cuestionaban preguntas de temas que buscaban algo más allá de la simple información. Ese de ¿de parte de quién?, será la duda para el pensar. Será la punta del análisis y la indagación personal ubicada en cada obradorista.
Esta herencia que dejó a la población mexicana no tiene mesura, no hay posibilidad de medir lo profundo o lo arraigado que está en la sociedad, pero de que existe ese herencia intangible, no hay duda y pronto, seguramente muy pronto, lo volveremos a ver.