Momentos de elevado nerviosismo vive la ala pro-colonial del país que ve cada día más lejos recuperar los hilos de la conducción de un México que se les está yendo de las manos. Ese desespero es por el momento estelar que vive el país desde una lucha social silenciosa y pacífica de una generación que tuvo que aguantar violencia multidimensional desde la segunda mitad del Siglo XX, violencia que va desde asesinatos selectivos (Vázquez, Cabañas o el propio Colosio), asesinatos en masa (Masacre de Tatlelolco, los 500 perredistas, masacre de Aguas Blancas, matanza de Acteal, Pasta de Conchos, Tlataya, Ayotzinapa o los daños colaterales por la aparición de las mafias armadas como ejércitos privados), robos descarados (Telmex, Canal 13, bancos, ferrocarriles, minas, el atraco del Fobrapoa), o la violencia económica (bajos salarios, alta dependencia alimentaria, crecimiento de la desigualdad y la pobreza, excesiva carga tributaria, la práctica del fomento-subsidio).
A lo anterior hay que sumarle la violencia abstracta que vive un pueblo desde el imperio de la corrupción, el influyentismo, la mentira, la desinformación o la falacia de la democracia que ha naturalizado el fraude electoral y la simulación pública.
La lucha generacional de esa opresión se desbordó en el 2018 ofreciéndole la confianza al ahora presidente de México Andrés Manuel López Obrador que, a vuelta de 6 años, el pueblo de México se apresta a darle su voto de ratificación eligiendo a la persona que él ha designado para darle continuidad al avance que, aunque no ha sido suficiente, sí es una semilla.
La candidata obradorista Claudia Sheinbaum Pardo, no es la que tiene amplia ventaja en la parrilla de las preferencias electorales, es el propio Obrador que tiene a Sheinbaum con más del 60% de la preferencia. AMLO tiene la película de una segunda candidatura donde no es él el protagonista. Esta semana López Obrador dijo que esta elección es un plebiscito donde la gente elegirá de dos proyectos:
“¿Quieres que continúe la transformación o quieres que regresen los de antes, los corruptos? Ahí empieza el debate. ¿Quieres que continúe la transformación? ‘No, no quiero, porque no quiero tener un presidente como Andrés Manuel, vinculado al narco’. ¿No ven cuántos mensajes se difundieron sobre eso? ¡Millones! ‘Quiero un presidente obediente, al servicio de la DEA, un servidor afanosito de los potentados de México. Quiero a alguien que sea sensato y que no esté diciendo que no hay clases’.”
“La verdad tenemos ganado el debate, por eso a veces se enojan y por eso enseñan el cobre con mentiras y calumnias, y dinero para campañas negras. Imagínense que ponen: ‘AMLO, presidente narco’, y reproducen el mensaje. Cuando lo vimos, eran 170 millones (de menciones en redes), en México somos 130 millones (de habitantes), pero ni el Super Bowl. Entonces, ¿cómo no darse cuenta de que es todo un aparato de control y manipulación, aceitado con mucho dinero?”.
Las citas anteriores fueron dichas en la mañanera del 12 de febrero pasado.
Ahí AMLO hizo una advertencia sobre acciones que pretenderán hacer los pro-coloniales lanzado la premisa de que el narco está metido en el movimiento desde el 2006 hasta la fecha.
El crimen organizado intervendrá, como nunca antes, en las elecciones locales de 2024, advierte un estudio de la consultoría Integralia
Esa advertencia ya anda circulando en voz de los medios opuestos a la política soberanista de López Obrador. El periódico Reforma publica hoy un artículo que intitula Alertan: crimen intervendrá, como nunca antes, en elecciones que concluye que «se requiere flexibilizar la carga de la prueba de anulación de elecciones, de tal forma que todo indicio de intervención del crimen, en cualquiera de sus modalidades, derive en una investigación de oficio de las autoridades electorales que sirva de prueba para anular el proceso antes o después de la elección».
La nota hace referencia al estudio Diez Riesgos Políticos del 2024 realizado por los «expertos» de la Consultoría Integralia, cuyo propietario es Luis Carlos Ugalde Ramírez, ex-presidente del Instituto Federal Electoral (IFE) hoy llamado Instituto Nacional Electoral (INE), justo aquel organismo que dio ganador como presidente de la República a Felipe Calderón Hinojosa por una diferencia de 0.56%.
«…los grupos criminales aprovechan las coyunturas electorales para mantener o extender su control sobre gobiernos locales. En el corto plazo, este fenómeno incrementa los incidentes de violencia político-electoral, es decir, las agresiones físicas o amenazas a personas candidatas y funcionarias públicas o sus círculos cercanos para obligarlas a cooperar con grupos criminales o retirarlas de la contienda electoral, a fin de favorecer a candidatos afines a los intereses de las organizaciones delictivas», describe el reporte.
Tan sólo en lo que va del 2024, Integralia ha contabilizado 32 víctimas, que eran personajes políticos, de las cuales siete son aspirantes asesinados. El resultado del trabajado realizado por la consultora de Ugalde Ramírez dice que el narcoytáfico está presente en la violencia política, es decir, con amenazas, secuestros, agresiones y asesinatos en contra de funcionarios públicos, precandidatos o candidatos, para obligarlos a cooperar o eliminarlos. También a través del financiamiento de campañas, imponiendo candidatos y, durante el proceso, movilizando o inhibiendo el voto, a través de la entrega de despensas, dinero en efectivo, así como amenazas o agresiones a la población.
Un Estado de derecho débil: Ugalde
Para Ugalde, hoy en México se vive un Estado de Derecho débil que se convierte en presa fácil para los grupos criminales que abundan en el país. En Jalisco, dice como muestra, opera el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y se calcula que mantiene el control de aproximadamente 80% de los municipios de la entidad.