La Agenda 2030 es el programa de los poderes supranacionales para imponer un gobierno único en el mundo, con pautas uniformes de producción y reproducción, pensamiento único y control centralizado de la sociedad.
La Agenda 2030 está disfrazada detrás de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, y hay una multitud de acuerdos cruzados que empujan a los Estados nacionales a hilvanar políticas e iniciativas que conducen a “lograrlos”.
Quienes conocen las verdaderas intenciones de los ODS no dudan que acarrearán escasez de alimentos y energía, caos social y represión política en todos los niveles. También traerán consigo más leyes abortistas, tendencias “woke”, promocidón del trasgenderismo, pedofilia legal y alarmismo climático. Pero los miembros de la claque política los abrazan sin dudar.
Hace pocos días se anunció en el Senado mexicano una comisión para el seguimiento de la implementación de la Agenda 2030 en México. Presidió la sesión Gerardo Fernández Noroña, que alguna vez, entrevistado por Diario de Vallarta & Nayarit, dudó de la adhesión de México al programa.
En julio de 2023, Fernández Noroña dijo que “los organismos internacionales intentan asumir cada vez más injerencia interna en los países. Te dicen ésta es la única sopa que hay que tomar”, ironizó. “Pero siempre hay otros caminos”.
Sin embargo, el Senado mexicano terminó tomando el camino que toman todos: no sólo adherir sino también designar a una comisión que vigile la implementación de la agenda 2030, como un compromiso de Estado. ¿Qué podría salir mal?