Una declaración de 21 páginas del investigador militar Don Canestraro, desclasificada en 2023, afirma que al menos dos de los secuestradores del 11-S, Nawaf al-Hazmi y Khalid al-Mihdhar, fueron reclutados para una operación conjunta de la CIA y la inteligencia saudí.
La operación fue ocultada sistemáticamente en las más altas esferas del Gobierno estadounidense.
Revelaciones clave
- Alec Station, una unidad de la CIA que rastreaba a Bin Laden, impidió activamente que el FBI se enterara de los visados estadounidenses de los secuestradores y de su presencia en suelo estadounidense.
- Un agente de inteligencia saudí, Omar al-Bayoumi, proporcionó un amplio apoyo logístico y financiero a los secuestradores a su llegada a Estados Unidos, acciones que, según concluyó posteriormente el FBI, fueron dirigidas por la inteligencia saudí con el conocimiento de la CIA.
- Se ordenó explícitamente a los agentes del FBI que «desistieran» de investigar a los secuestradores semanas antes de los atentados.
- Fuentes de alto nivel dentro de la CIA y el FBI testificaron sobre operaciones «muy inusuales» y «procedimentalmente irregulares» llevadas a cabo por analistas de la CIA —no por agentes de campo entrenados— desde un sótano en Langley.
El encubrimiento
Tras el 11-S, altos funcionarios suprimieron las investigaciones sobre los vínculos con Arabia Saudí y ordenaron a los testigos que ocultaran pruebas a las investigaciones del Congreso. Posteriormente, se ascendió a figuras clave de Alec Station, entre ellas Dina Corsi (FBI) y Alfreda Bikowsky (CIA), que pasó a dirigir el programa de tortura de la CIA.
El documento sugiere que la comunidad de inteligencia estadounidense podría haber llevado a cabo una operación de reclutamiento clandestina dentro de Al Qaeda que salió catastróficamente mal y que luego se ocultó durante décadas.
No se trata solo de una teoría conspirativa. Está en los archivos judiciales.
Fuente: Geopolitics Prime













































































