Por Javier Orozco Alvarado
Ex rector de la Universidad de Guadalajara en Puerto Vallarta
Hace más de veinte años que conozco de punta a punta el Distrito electoral 5 de Jalisco, con cabecera en Puerto Vallarta; desde que me desempeñe como rector del Centro Universitario de la Costa (CUC) y después como activista político hasta la época actual. Desde entonces, he mantenido la comunicación con amigos de lucha de cada uno de los 9 municipios que lo integran.
Este Distrito, que abarca desde Tomatlán en la Costa Norte, hasta el municipio de Guachinango, en la sierra Madre Occidental; forma parte de la zona rural de Jalisco, que por muchos años ha estado abandonada por las élites políticas y por los gobiernos estatales en turno.
Este abandono tiene que ver con la falta de interés de sus diputados locales y federales quienes, indistintamente del partido político, son electos desde su cabecera en Puerto Vallarta, en donde se concentra más del 80% de la población del Distrito y más del 60% de los electores. Por esta razón, elección tras elección, ambos diputados obtienen el triunfo sin ningún esfuerzo; sólo por ser los abanderados del partido que se hace del triunfo de la presidencia en ese municipio.
En la mayoría de los casos, los habitantes del resto de los municipios ni conocen a sus diputados, ni llegan a conocerlos a lo largo de sus legislaturas; mucho menos ellos a las localidades que dicen representar. La gente de cada uno de estos municipios rurales se queja amargamente porque ninguno de sus diputados conocen la problemática del distrito ni asumen ningún compromiso con las comunidades locales, porque; si es que se aparecen, es para buscar la reelección.
En toda la región existen altos índices de riesgos ambientales como la sobreexplotación de acuíferos, generación de residuos sólidos y deforestación; a lo cual se suman otros problemas como altos índices de desempleo, emigración en busca de trabajo, falta de servicios médicos e inseguridad.
En lo particular, Tomatlán enfrenta problemas de agua potable, de servicios médicos, medicamentos para piquetes de alacrán, maquinaria para reparación de caminos rurales y falta de electrificación en algunas de sus localidades. En Cabo Corrientes, además de la deforestación, existen problemas relacionados con la regularización de la tenencia de la tierra para promover la inversión privada e impulsar el turismo alternativo.
En Puerto Vallarta, aunque hay empleo suficiente; su principal problemática es el acceso al agua potable, la recolección de basura, el desordenado crecimiento urbano, la falta de urbanización en sus más de 380 colonias y el mantenimiento de calles y áreas de esparcimiento.
San Sebastián, que vive principalmente del turismo, enfrenta problemas de deforestación y muy alto grado de emigración por la falta de oportunidades de empleo. En Mascota, se enfrentan a problemas de saneamiento de aguas negras, vertederos químicos, contaminación de aguas para cultivos y ganado y falta de seguridad vial.
Talpa enfrenta serios problemas de deforestación, corrupción de sus autoridades y de la Guardia Nacional y caminos vecinales en mal estado. En Atenguillo enfrentan problemas para el tratamiento de aguas negras, falta de medicamentos y fuentes de empleo.
En Mixtlán existen problemas de drenaje, falta de calles para la comunicación interior y de profesores para la educación básica. Guachinango también enfrenta un alto grado de emigración, riesgos ambientales y falta de inversión para diversificar las oportunidades de empleo.
Los problemas del Distrito 5 son enormes y el espacio en este escrito para enumerarlos es limitado, pero espero que la población y quienes gobiernan algún día asuman su verdadera responsabilidad.