Por Javier Orozco Alvarado
Ex rector del Centro Universitario de la Costa Universidad de Guadalajara
El pasado 20 de enero Donald Trump tomó protesta como nuevo presidente de los Estados Unidos por segunda ocasión. En su discurso volvió a reiterar su interés por emprender acciones específicas para atender temas relacionados con migración, narcotráfico, comercio y seguridad nacional, entre otros asuntos.
En el primer día de su gobierno, inmediatamente, firmó una serie Ordenes Ejecutivas en los que declara a la migración como un problema de emergencia nacional, al narcotráfico como organizaciones terrorista e imponer aranceles del 25% a las importaciones provenientes de México y Canadá.
Estas acciones son medidas para obligar a sus socios comerciales a detener la migración, frenar el tráfico de estupefacientes y el control del comercio desmedido que realizan estos países con China, quien aprovecha el salto arancelario para introducir sus producto a los Estados Unidos.
Las consecuencias se irán viendo en la marcha, no sólo para México sino también para los Estados Unidos. El despliegue de tropas estadounidenses a su frontera sur para detener la migración, por ejemplo, podría verse reflejado en un mayor control del flujo de personas y drogas hacia ese país; pero también en una disminución de la violencia y la producción de fentanilo en México; no sólo por el freno a su producción y comercialización, sino también por la detención de criminales en ambos lados de la frontera.
En cuanto a la política arancelaria, ésta podría significar una caída de nuestras exportaciones, que afectaría el crecimiento económico interno; a lo que se sumaría también la caída de remesas e ingresos por narcotráfico.
La propuesta de Donald Trump de retornar a la extracción de energías fósiles y su empleo para restaurar el tejido industrial y generar nuevos empleos, va en contra de los intereses de su principal colaborador y socio Elon Musk, quien es el principal productor de coches eléctricos Tesla en Estados Unidos, China y el resto del mundo.
Aunque Donald Trump está cumpliendo sus promesas de campaña, sus Ordenes Ejecutivas, no dejan de ser contradictorias, poco realistas y no tan fáciles de instrumentar, porque se estaría dando un balazo en su propio pie.
En primer lugar, porque la tendencia global es avanzar hacia las energías limpias y porque no se puede ir en contra del desarrollo tecnológico para retroceder hacia una economía tradicional generadora de empleo masivo.
En segundo lugar, imponer aranceles eleva el costo de las importaciones, genera inflación y reduce el poder adquisitivo de los consumidores. Además, fomenta la improductividad y la pérdida de competitividad en los mercados mundiales.
Decretar a los cárteles como organizaciones terroristas implica perseguir y enjuiciar a todas aquellas empresas, organizaciones e instituciones que tengan que ver con el suministro y venta de productos o servicios relacionados con la operación de los cárteles; como venta de vehículos blindados, de armas, equipo táctico, operaciones financieras, bancarias, etc., etcétera.
Lo que más conviene a los tres países es coordinarse y cooperar para atender los problemas de migración indocumentada, tráfico de drogas y competencia desleal en la región. Y, ojalá, la “operación enjambre” se aplique en todo México para acabar con los narco gobiernos locales y evitar la incursión de comandos norteamericanos a nuestro país.