Universalizar los servicios de salud durante los gobiernos ANTERIORES, fue el pretexto para crear un Seguro Popular que permitió reducir progresivamente la mayoría de los servicios públicos de salud que brindaba el Estado.
Por Javier Orozco Alvarado, Investigador de El Colegio de Jalisco, A. C.
Es indiscutible que los servicios de salud son deficientes e insuficientes en México, sobre todo porque desde hace más de tres décadas se inició el desmantelamiento de lo que alguna vez fueron los excelentes servicios de salud que brindaban el IMSS y el ISSSTE a todos los trabajadores de la república.
Desde su fundación en 1943, el IMSS se convirtió en la primera institución de salud pública que brindaba consulta y medicamentos gratuitos, servicios de urgencias y especializados, maternidad y apoyo alimenticio a la primera infancia; y hasta transporte gratuito de ambulancia para quienes no contaban con recursos. Posteriormente, con la fundación del ISSSTE en diciembre de 1959, se vino a mejorar la cobertura nacional de salud para atender principalmente a quienes laboraban en empresas públicas como Ferrocarriles Nacionales, PEMEX y CFE.
Pero a partir de 1995, durante el gobierno de Carlos salinas de Gortari, y posteriormente con Enrique Peña Nieto en 2013, se emprendieron las reformas que vendrían a desmantelar el sistema de salud pública para los trabajadores; empezando por modificar el plan de pensiones y aumentar la edad de retiro de 55 a 65 años. La supuesta intención de universalizar los servicios de salud durante los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, fue el pretexto para crear un Seguro Popular que permitió reducir progresivamente la mayoría de los servicios públicos de salud que brindaba el Estado.
Por eso, los problemas que enfrentamos hoy en México, en materia de cobertura sanitaria y atención hospitalaria en todo el país, no es consecuencia del mal manejo de la política de salud durante lo que va de este sexenio; sino el resultado de más de treinta años de abandono de los programas sociales para favorecer la privatización de casi todos los servicios públicos.
Por eso, resulta extraño que los partidos y las élites que ahora pretenden recuperar el poder político estén tan preocupados por la decadencia del sistema de salud y la falta de oportunidades para los médicos egresados de nuestras universidades, cuando fueron ellos mismos los que propiciaron esta lamentable situación que ahora vivimos.
Resulta hasta graciosa la manera en que algunos médicos y políticos de oposición se rasgan las vestiduras ante la llegada de 500 médicos cubanos que contrató el gobierno de México para atender comunidades rurales de la sierra y lugares apartados que no cuentan ni con servicios hospitalarios, ni con médicos generales en donde ni siquiera los pasantes de medicina aceptan ir.
Quienes nos hemos dedicado a la gestión de la educación sabemos de la importancia social de cada una de las profesiones, de la falta de cobertura educativa y de la situación de nuestros egresados en el mercado laboral.
Durante mi gestión como rector del Centro Universitario de la Costa de la Universidad de Guadalajara, pusimos en marcha en 2007 la carrera de Médico Cirujano y Partero, con lo cual se buscaba dar oportunidad a cursar esta carrera a los jóvenes del Distrito 05, que comprende los municipios de Tomatlán, Cabo Corrientes, Puerto Vallarta, San Sebastián, Mascota, Talpa de Allende, Mixtlán y Guachinango. Por alguna u otra razón, desde hace 15 años que iniciamos con esta carrera y a pesar de que el tamaño de la población de la región sigue creciendo, el cupo sigue siendo prácticamente el mismo, pues en este próximo calendario escolar 2022-B ingresarán alrededor de 9% de los aspirantes, o sea que mas del 90% de quienes desean cursar esta carrera volverán a quedar fuera de las aulas.
En los últimos años he sido testigo de la falta de médicos en las distintas comunidades de la región. Es más, he estado en comunidades donde jóvenes y jovencitas con promedios de 95 o 96 no logran ingresar al CUC por falta de cupo. Son comunidades, como la Ciénega en Guachinango donde no hay ni centro de salud, ni médicos, ni pasantes para atender las urgencias o las necesidades de salud de la comunidad. En Tomatlán, Cabo Corrientes y el Colorado, cuentan con centros de salud pero no hay ni quien los atienda, porque no cuentan ni siquiera con la asignación de un médico general o tan siquiera con la presencia de un pasante como prestador de servicios.
En fin, el problema es que no sólo faltan médicos, sino también quien quiera trabajar por un pago promedio de 122.00 pesos por hora trabajada; algo así como lo que gana un profesor de asignatura con licenciatura o con doctorado en nuestra Universidad.
Martes de 24 de mayo de 2022









































































