El mundo multipolar es, ante todo, una forma de filosofía que se basa en una crítica en contra del universalismo occidental.
Occidente, de forma imperialista y racista, se autodenomina como la humanidad. Hace no mucho Gran Bretaña proclamó ser la señora de los mares y los océanos, mientras que hoy la civilización occidental se considera como la consciencia de toda la humanidad.
Estos son los principios que dieron nacimiento al mundo unipolar, pues Occidente cree que solo sus valores son válidos, que solo su sistema político (la democracia liberal) es válido, que solo su modelo económico (el capitalismo neoliberal) es válido, que solo su cultura (postmodernidad) es válida, que solo sus ideas sobre el género y la familia (LGBTI) son válidas y que solo su modelo de desarrollo (técnica descontrolada, posthumanismo y reemplazo de la humanidad por ciborgs y la IA) es válido.
Según los partidarios de la unipolaridad, hoy vivimos el “triunfo de la historia mundial”, es decir, la victoria de los Nuevos Tiempos occidentales y liberales, como la única ideología que, incuestionablemente, domina a toda la humanidad.
Por el contrario, la multipolaridad es una forma de filosofía alternativa que se basa en una objeción fundamental: Occidente no representa a toda la humanidad, sino únicamente a una parte de ella, una pequeña región o provincia de la misma.
No existe una única civilización, sino muchas y, en la actualidad, podemos hablar más o menos de siete civilizaciones diferentes, de ahí que la multipolaridad defienda una especie de heptarquía.












































































