Por Javier Orozco Alvarado
Ex rector de la Universidad de Guadalajara en Puerto Vallarta
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En vísperas de las elecciones del próximo 2 junio de 2024, podríamos pensar que son los partidos los que se han equivocado o cometido algunos errores políticos; pero en realidad serán sus dirigencias los responsables de los posibles resultados, pues en su obsesión por obtener el triunfo toman decisiones que muchas veces resultan contraproducentes.
Es el caso de las dirigencias del Frente Amplio por México, en el que Alito, presidente del PRI y Marco Cortes del PAN, decidieron imponer como su candidata a la presidencia a Xochitl Gálvez; a pesar de que la persona con mejor trayectoria, con liderazgo y experta en oratoria era Beatriz Paredes. Error que están pagando con una candidata que no crece, que no enciende los ánimos y que los electores ven en ella, no la mejor opción de la oposición, sino el retorno del conservadurismo PRIANISTA.
Podríamos decir también que, en Morena, fue un error de Tatiana Clouthier, quien siendo coordinadora de voceros de la campaña de Claudia Sheinbaum, ejerció recientemente una acción penal contra el destacado y mundialmente conocido periodista Alfredo Jalife, por una supuesta difamación. La noticia dio la vuelta al mundo en todas las redes sociales, sobre lo que se consideró un intento de limitar la libertad de expresión de una voz objetiva y crítica en el periodismo mundial. Y aunque la candidata presidencial de ese partido se deslindó de dicha acción, seguramente, esto sienta un mal precedente para la dirigencia de su campaña.
Desafortunadamente para esta elección, tanto los partidos como sus dirigencias, han dejado de lado la trayectoria, la experiencia, el perfil, la lealtad y el trabajo de sus militantes. Pues, como en el pasado, predomina el amiguismo, el contubernio y los acuerdos entre grupos de poder; más que el interés social o el colectivo.
De hecho, la forma en que se tomaron las decisiones en los nueve estados donde habrá elecciones para gobernador el próximo 2 de junio, generó mucho descontento, tanto dentro de los partidos de derecha como en los que se dicen de izquierda. El error que cometieron las dirigencias de los partidos fue el reparto de candidaturas como quien reparte un botín; sin valorar los perfiles y las trayectorias de los participantes.
El caso particular de Jalisco, en el que se dio una mega coalición entre los partidos Morena-Partido Verde-PT-HAGAMOS-Futuro, es casi seguro el triunfo de sus candidatos, pero también podría significar un fracaso si no establecen acuerdos con los militantes de los partidos, quienes siendo mayoría en sus municipios, fueron desplazados por candidatos de otros partidos que no tienen presencia ni en éstos ni en sus distritos.
Si lo que se busca con la mega alianza es derrotar a Movimiento Ciudadano en Jalisco y en todos sus municipios, se tendrán que tejer acuerdos inclusivos y emprender una adecuada operación cicatriz para evitar que los inconformes se adhieran a quienes en este momento detentan el poder o lo disputan desde otras trincheras de la oposición al régimen de la “Cuarta Transformación”.