No son pocos los que están en contra de la iniciativa, los procedimientos y el estilo impreso que le ha dado Andrés Manuel López Obrador a la forma de gobernar al país. Las muestras no fallan en las matemáticas, simplemente habrá que contar a nuestro alrededor cuántos familiares, amigos o conocidos defienden a capa y espada el discurso anti-obradorista por las razones que sean.
Hace poco platicando con un cercano querido, le decía que se están construyendo obras con un presupuesto bárbaro que antes se necesitaba recurrir a los préstamos del Banco Mundial para llevarlas a cabo, la respuesta de mi interlocutor me dejó anonadado: ¡Claro, con financiamiento de los narcos pués cómo no! Esa respuesta me dijo todo.
Personalmente creo que la praxis que López Obrador le ha puesto a su política no me convence para sumarme a su partido o practicar su forma. Sin embargo, de todas las alternativas existentes en el país durante los últimos 50 años, es Obrador el que ha gobernado mejor desde el punto de vista de la justicia y la equidad entre los miembros de una sociedad.
Como sucede
Desde la segunda mitad del Siglo XX, han desfilado presidentes que se han dedicado a servir a una élite muy bien organizada. Esa élite, ese sector de la sociedad que ostenta la riqueza, ha gobernado en los hechos al país y que además ha implantado un sistema económico-social donde el 95% de la población se dedica a servir al resto que controla la mayor parte de los bienes productivos y formativos que una sociedad necesita para existir.
Se puede entender sobre la tenencia de bienes productivos en manos privadas, pero no se puede entender que los bienes productivos que dan seguridad de existencia a una sociedad, como los bienes de defensa o militares, de energía, de la tenencia de la tierra, del agua, de los alimentos o de la comunicación, estén controlados por un sector específico de la misma sociedad; ahí la sociedad en su conjunto se debilita y da pie a que unos tenga el control de los muchos. Como sucede.
Cierto es que el monopolio de la fuerza es controlado por la sociedad, al menos en su contrato social, pero hay también otros bienes vitales que tienen que tener, sino el monopolio de la sociedad en su conjunto, si al menos un mayor control, como es el caso de la seguridad alimentaria, la energética y la seguridad en la comunicación social.
La comunicación social
Si bien es cierto que si hablamos de la concepción holística de la comunicación social podemos englobar a los diferentes sistemas de enseñanza que cuenta la sociedad desde la básica, preparatoria hasta la de formación profesional, investigativa y de innovación permanente, sin embargo, en algunas sociedades, como la nuestra, la comunicación social únicamente la vemos estructuralizada como parte del gabinete gubernamental que se dedica a informar actividades, porque ni siquiera la actividad mediática de canales privados se incluye dentro del concepto de comunicación social.
Es ahí donde radica el error que hoy corroboramos en la guerra mediática que llevan los grupos poderosos con aquellos que osan en cuestionarlos como lo ha hecho la visión política obradorista, antes cardenista, antes maderista, antes juarista…
Los medios masivos tradicionales hacen la labor de comunicación social, no solamente en lo que informa a través de sus espacios noticiosos, sino en lo que forma a una sociedad a través de su programación de contenidos. Ahí está el mayor peso del significado conceptual cuando se habla de comunicación social.
El flujo de la comunicación en sociedad
La sociedad en su conjunto, representada por el Estado como sistema desde su organización en tres poderes que se suponen llevan el curso de la vida integral, no cuenta con la forma efectiva de hacer llegar la comunicación social a ella misma, es decir, no tiene la instrumentación para implementar el flujo comunicativo desde y para ese sistema social.
Esa instrumentación la tienen privados que se encuentran dentro del círculo de los del 5% que controla los bienes productivos y formativos que la sociedad necesita.
Por ejemplo, si hablamos de cualquiera de los poderes integrantes del Estado, ¿Cuál de ellos tienen un sistema de comunicación efectivo de contenidos que forman e informan a la sociedad? ¿Tienen sistemas de contenidos de televisión o radio con alcance para todo el país? La respuesta es no.
¿Quién entonces tiene esos bienes tan esenciales para la sociedad? ¿Cómo entonces se toman las decisiones colectivas? ¿En dónde se informa la sociedad? ¿Cómo se forma la decisión individual y a la postre colectiva? ¿Qué se está defendiendo? ¿A quiénes está defendiendo la sociedad y con qué tipo de argumentación?
Ya en otras ocasiones hemos abordado que casi el 80% del espectro radioeléctrico nacional donde viaja la información y los contenidos a grandes distancias y de manera instantánea lo tienen acaparado un grupúsculo no mayor a 20 personas, cuando hablamos de radio y televisión, pero la cosa se pone peor cuando hablamos de telefonía e internet, ahí no rebasan las 10 personas.
Entonces, López Obrador, en vez de equilibrar un poco la balanza e incentivar y democratizar los espacios radioeléctricos, “no las toca ni con el pétalo de una rosa”, es decir, en vez de haber fortalecido el sistema de radio y televisión estatal para que los contenidos formativos e informativos pudieran llegar a cada rincón donde habitan los 128 millones de mexicanos, se dedicó a construir una alternativa de comunicación social gubernamental restringida, sí, en todas las plataformas y redes virtuales existentes, sí, pero restringidas para quien tuviera señal de internet y el dinero para pagar el servicio a compañías concesionarias (ese 5%) del bien común público del espectro radioeléctrico.
La guerra mediática
En todo lo que va del sexenio lopezobradorista desde el 2018 a la fecha, no ha cambiado en nada, pero para nada, la actitud de los medios masivos de comunicación desde aquellas cruentas mentiras y de garrafal manipulación informativa del “López Obrador es un peligro para México” que a la postre resultó ser una constante de formación de actitud desde entones (2006).
Desde aquellos años y hasta hoy, no ha habido otra consonante que la fabricación de mentiras y falsedades que, no hay que dejar de verlo, forma actitudes que argumentan de las falacias que esos medios fabrican a la medida.
Ahora que está la tendencia de que hay un caldo constituido desde Las Mañaneras para desaparecer a la postulada para la presidencia por este mismo 5% de la población, se observa una posible mayor violencia. Una narrativa de magnicidio figurado como una gran pistola apuntando no a la aspirante, sino al propio López Obrador que le han inventado mil y un calumnias para quitarlo del camino, pero a la fecha sigue ahí por las mañanas dedicado a defenderse de los golpes y escupitajos.
Aumento del antiobradorismo
Pero ya la desinformación o mejor dicho la formación de argumentos falsarios, ya está llegando a un mayor número de allegados que han sucumbido ante lo que ven a su alrededor, donde hoy siguen cuchareándose del erario los mismos panistas y priistas vestidos de morenistas y defensores de la 4T pero que sigue la misma práctica de bandidaje y pillaje.
No hay que dejar de observar que si bien hubo un cambio de gobierno, no ha dejado de existir el mismo personal que atiende las oficinas de gobierno. El sindicato de burócratas está lleno de hijos y parientes priistas y panistas que no necesariamente traen la misma idea de los nuevos inquilinos de las lujosas oficinas que dejaron aquellos gobiernos. La práctica común no se erradica en 5-6 años y la labor de un hombre no se refleja en todos por magia.
Las viejas prácticas no se han ido y siguen ahí en los niveles federales, estatales y municipales. Aunado a la cantidad de asesinatos que siguen produciéndose, casualmente por las mismas bandas delictivas que viene de ese pasado de control del 5%, además del bombardeo de lo falsario en radio, televisión e internet, pues sí, las filas con el discurso anti-obradorista, desde mi entorno, sí ha aumentado.
La Mañanera vs Medios Masivos
Por ello, esta guerra mediática de todos los medios masivos de comunicación contra la figura de López Obrador tiende a crear dudas sobre el escenario final de las cosas ¿pasará o no pasará más allá del 2024 las ideas de la 4T impulsadas desde el presidente actual de México?
¿Ese 5% aceptará otro López en los siguientes 6 años?
Los agrios ataques, las constantes y abiertas mentiras además de la introducción de percepciones asesinas ¿Estaremos ante un escenario de violencia exacerbada en los próximo meses que al final impidan la votación del próximo 2024?
Habrá que recordar que los medios preparan escenarios, crean percepciones que anteceden golpes de impacto social que de una u otro manera son justificantes para un suceso.
Habrá que recordar lo trágico que cuenta la historia de la pasada transformación del país en aquel proceso llamado Revolución Mexicana y preguntarnos ¿cómo influyeron los medios masivos de comunicación de entonces con las muertes violentas de Gustavo Madero, Francisco I Madero, Emiliano Zapata, Venustiano Carranza, Francisco Villa y Álvaro Obregón?
Lo cierto es que hoy estamos en una guerra mediática que bombardean los medios masivos en Televisión, radio, periódicos y redes virtuales y que todas las mañanas, López Obrador contesta, ataca para después volver a empezar en el mismo tenor, una semana con un tema y la que sigue con otro y así se ha vuelto el sexenio, una guerra mediática entre La Mañanera y Medios Masivos.