El tema de los libros de texto no se trata solamente de la clásica negativa a todo lo que se mueve desde la 4T, eso ya nos tiene acostumbrados la oposición y sus medios de comunicación un día sí y el otro también.
Este nuevo sketch de la oposición y sus medios de comunicación, suma a una larga lista de mediatizaciones de las reformas y obras que el actual gobierno ha realizado, no es nada nuevo la lluvia de amparos, programas especiales en radio y televisión, titulares de periódicos o posicionamientos de viejos políticos, nada de nuevo.
Sin embargo, este escándalo trae dos vertientes muy bien identificadas que merecen ser observadas: la tónica de la afectación económica y la pesada carga ideológica que hay en el debate mundial.
Puede ser que el término “comunista” empleado como bandera a vencer, sea solo un parapeto para disimular el fondo del asunto que tiene de verdadera bandera los asuntos de género, la diversidad y esa terminología llamada inclusiva que ha puesto en rivalidad a la sociedad de manera artificial, es decir, inducida por fuerzas oscuras que no dan la cara.
Esa es una vertiente que se vislumbra claramente pero, también está la afectación económica, no hay que olvidar que en este mundo todo se mueve por dinero y es este caso lo mismo como aquel de las medicinas, la energía eléctrica o el mismo pago de impuestos de corporaciones acostumbradas a no pagar contribuciones en sexenios anteriores.
La carga ideológica: la ultraderecha y la imposición inclusiva
En el 2008, cuando el crack financiero de los bonos basura, empezó a desquebrajarse la confianza en la “libertad” que apuntalaba al sistema económico capitalista, que a la postre resultó ser un fraude lleno de corrupción, mentiras y falsedades para ganar dinero sin escrúpulos. Poco más de 10 años después vino la pandemia virulenta y sus vacunas que socavó básicamente la confianza en el sistema; en los hechos, destrozó la idea de libertad al someter a la población a verdaderos sitios de toque de queda y autoritarismo exacerbado del cubrebocas y de la imposición de vacunas, nada que ver con la palabra preferida de Adam Smith.
Este escenario rasgó las fuerzas invisibles que gobiernan el mundo y se asomó una visible división en la cúpula geopolítica radicada en la triada monarquías-religión-corporaciones. Unos hablan de un Gran Reset, (actualizar) otros hablan de mantener las tradiciones y por ende, los privilegios y el viejo pensamiento colonial.
En esa pugna está el resto del mundo, peleándose y discutiendo el parecer de los dos puntos a pesar de que en ninguno de los pensamientos exista un mejoramiento de las condiciones de servilismo cuasi-esclavo, al contrario, habrá un mayor sometimiento del gran resto humano por cualquiera de los dos lados de grupúsculos encumbrados por el robo y el saqueo histórico.
El Gran Reset, impulsado por grandes corporaciones ha introducido en las sociedades del mundo, entre otras cosas, la llamada ideología de género que se ha trasformado en agrios debates y manifestaciones que pretenden introducir una nueva manera de referencia lingüística que, según sus defensores, reivindica sobre todo a los derechos a la libertad sexual, a las mujeres y a las minorías, nada más falso.
Esta posición ha sido atacada, por su parte, por la otra ala en conflicto que defiende las tradiciones y trata de conservar las condiciones sociales existentes que incluyen la monstruosa desigualdad, el racismo, el clasismo, la discriminación y que al final se trata de conservar el estatus quo económico.
Esta parte del conflicto por gobernar el mundo, el grupo más visible son los llamados ultraconservadores, donde la bandera más común en ellos es el anticomunismo, por ello la palabra de moda desde el conflicto de los libros de texto gratuito que, habrá que observar, en los libros circulan los términos e ideas que impulsan los corporativos del Gran Reset que buscan gobernar el mundo desde la virtualidad y la inteligencia artificial.
De ahí que el Grupo Salinas, con su Televisión Azteca, ha puesto en marcha en toda su programación de noticias y entretenimiento, la idea de que los nuevos textos gratuitos contengan esa ideología comunista de género que es atacada por ultraconservadores.
La sociedad consumidora está de un lado o del otro, insultándose mutuamente hasta llegar al punto del odio. La andanada en medios, voceros y políticos de los partidos de oposición contra la distribución de los nuevo libros de texto gratuito, no solo es estar en contra por ser oposición, sino son parte del conflicto creado con consignas ideológicas fabricadas.
Invocar al comunismo, no solo la denominación ideológica, ahora le anteponen un calificativo que va acorde con los tiempos de miedos pandémicos, en Televisión Azteca le llaman el “virus del comunismo” que viene impreso en los libros de texto que exigen que se destruyan, como lo dijo el presidente del Partido Acción Nacional, Marko Cortés.
La afectación económica
No olvide Ud. de la frase que sentenció el dueño de Coca Cola México y los Oxxos del país, José Antonio Fernández Carbajal, cuando tuvo que pagar casi 10 mil millones de pesos en impuestos y furioso mencionó aquello de que “voy a pagar al SAT, pero si es necesario pondré el doble para sacar a AMLO en el 2022”.
Lo dicho por el también llamado “el Diablo Fernández”, no es otra cosa que el tenor en las afectaciones que ha hecho la 4T a los negocios establecidos en los sexenios pasados como el fin del negocio fácil. Así fue cuando pararon la venta de energía eléctrica por empresas privadas que igual tuvo su efervescencia mediática como igual lo fue con el tema de las medicinas, ambos jugosos negocios que dejaron de ingresar miles de millones de pesos empresas poderosas nacionales y extranjeras.
Igual pasa con la industria editorial en la impresión de los libros de texto gratuito, la cantidad de enormes recursos que deja de ingresar los privados al hacer la impresión de los libros de texto en los Talleres Gráficos de México, que retoma en este sexenio el papel de su función dejando fuera a las editoriales extranjeras que ya se habían acostumbrado a ganarse los jugosos contratos.
170 millones de ejemplares a 50 pesos por pieza nos da la friolera cantidad de 8 mil 500 millones. Una cantidad muy parecida era lo que año con año ingresaban las empresas que hoy ya no lo tienen. No descarte Ud. que, al igual que el Diablo, estas empresas también tienen la capacidad financiera para mover una campaña mediática tan extensa y tan intensa como la que vivimos actualmente en todos los medios de comunicación sobre los libros de texto.
La historia se repite, pero…
Así como sucedió cuando aparecieron por primera vez los libros de texto gratuito en 1959 cuando el presidente Adolfo López Mateos creó por Decreto la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos (Conaliteg), que desde entonces tiene el encargo de “fijar con apego a la metodología y en los programas respectivos, las características de los libros de texto destinados a la educación primaria” (Diario Oficial de la Federación, 1959).
En aquel momento también hubo críticas de los conservadores y los opositores como el PAN e igualmente se suscribieron en un ambiente anticomunista por el entorno de la Guarra Fría y el reciente triunfo en aquel entonces de los barbudos de la Revolución Cubana.
Entonces el sentimiento anticomunista era una política de estado implementada por el gobierno de Estados Unidos que ha diferencia de hoy, los libros calificados de comunistas incluyen discursos y políticas que se promueven desde las mismas prácticas implementadas por el gobierno de los Estados Unidos.
La palabra «comunista» es la misma pero los entornos políticos son muy diferentes. Ambas razones ideológicas, la inclusión y la familia tradicional, provienen de la división que vive el país del Norte en su seno; por un parte de demócratas, hoy en el poder, apoyan y difunden la ideología de género, la atención al cambio climático y los ODS de la agenda 2030.
Mientras el partido Republicano defiende la familia tradicional, está contra del aborto y combate la ideología de género. Asumen que las cosas no deben de cambiar donde la supremacía de Estados Unidos debe de prevalecer y Make America Great Again.
Mientras las cúpulas se disputan la hegemonía del mundo, los mortales, como el que escribe estas líneas, los que la leen y los que no, estamos pelando entre sí defendiendo el pensamiento de cualquier de los expuestos que no deja de ser hegemónico y que lejos de proponer mejoras a la relación entre seres humanos en sociedad, ambos mantienen la idea del control de unos pocos sobre los muchos y que si se logra cambiar algo sea para que todo siga igual.
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