Es de celebrarse que los tres niveles de gobierno estén trabajando de la mano y comiencen a darle la importancia a la conurbación de la zona metropolitana Vallarta-Bahía, pero no se tiene que perder de vista el rezago que existe; el problema de la conectividad tuvo que ser resuelto hace 10 años.
La zona metropolitana de Puerto Vallarta-Bahía de Banderas es uno de los destinos turísticos de sol y playa con mayor crecimiento en los últimos años, es la zona con mayor crecimiento en la periferia y tiene proyección a crecer aún más.
Lamentablemente, la visión cortoplacista de los políticos locales (tanto municipales como estatales) han ocasionado que las acciones de gobierno se limiten a la entrega de resultados que sean tangibles de manera inmediata, dejando en segundo término, la planeación para un crecimiento a largo plazo. Esto bajo el erróneo pensamiento que un buen gobernante se mide por su aprobación.
En México el 57% de la población se concentra en 59 zonas metropolitanas, así que resulto más que pertinente que, uno de los temas principales en las agendas de las urbes sea la gestión metropolitana y los actores locales se tienen que involucrar como actores estratégicos, creando las condiciones adecuadas para el desarrollo.
Todas las zonas metropolitanas tienen como fin último la mejora de la calidad de vida, pero su verdadera justificación está más en factores económicos. Un área conurbada que tiene bien resueltos sus servicios y ordenamientos territoriales es atractiva para los inversores, así que, si el factor social no ha sido relevante para los tomadores de decisiones, al menos el económico debería de serlo.
Los servicios básicos se han visto rebasados por la densidad demográfica en distintos puntos de la zona, esto se refleja en comunidades con falta de agua, la alta demanda educativa, rutas del transporte público obsoletas, por mencionar algunos de los problemas; a esto se le añade que al ser el turismo la principal derrama económica, al año se reciben a más de 5 millones de turistas, que en “temporada alta” saturan las vialidades y otros servicios.
Aunque han existido esfuerzos conjuntos estos son mínimos, después de la creación del Fideicomiso de Bahía de Banderas no se vieron avances sino hasta el 2010, cuando se firmó un convenio de coordinación y posteriormente se creó la comisión de Conurbación entre Puerto Vallarta y Bahía de Banderas que tenía como objetivo la elaboración del Programa de Ordenamiento de la Zona Metropolitana Interestatal de Puerto Vallarta-Bahía de Banderas. Lamentablemente, concluyó con la elaboración y nunca fue aprobado por los cabildos correspondientes.
Fue hasta enero de este año cuando por fin se instaló el Consejo Metropolitano de Puerto Vallarta – Bahía de Banderas y en su primera sesión marcaron como prioridad la construcción del Puente Federación que será otra vía de acceso que conecte a ambos municipios.
Bastaron 10 meses para que el proyecto del Puente Federación ganara recursos del Fondo Metropolitano con una inversión federal de 528 millones de pesos y 66 millones de pesos más que sumará el estado de Jalisco.
El trabajo que han hecho de manera coordinada los alcaldes de ambos municipios homologando reglamentos y creando operativos conjuntos dieron la muestra a los estados y la federación de que, ahora si hay intenciones de trabajar en una verdadera metropolización, los resultados fueron claros y rápidos.
Celebro que los tres niveles de gobierno estén trabajando de la mano y comiencen a darle la importancia a la conurbación de la zona, pero no se tiene que perder de vista el rezago que existe; el problema de la conectividad tuvo que ser resuelto hace 10 años.
Ahora le toca a los congresos locales aprobar las leyes correspondientes para resolver el tema del transporte público, que considero tiene que ser el segundo en la lista de prioridades y en un tercer nivel entender las tendencias globales hacia el transporte no motorizado.
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