Cada vez más, el pensamiento gay en todo el mundo se distancia del lobby LGBT+ y sus derivados: la ideología de género, la pedofilia y el activismo “trans”.
La sigla que inicialmente agrupaba a gays, lesbianas y bisexuales (LGB) fue mutando con el paso de los años para incorporar a otros colectivos. Lo que existe hoy no tiene contentos a muchos de sus originales fundadores.
La última sigla popularizada es “LGBTQIA+”. La letra T engloba a varias categorías: las personas transgénero y transexuales, que son aquellas personas que se han operado para cambiar de sexo, y los travestis, que se visten y se comportan como si fueran el género opuesto. La “Q” identifica a los “Queers”, usualmente calificados como “raros”, es decir que tienen tendencias sexuales “libres” y “no etiquetadas” y que puede incluir la zoofilia o la pedofilia. La “I” identifica a los “Intersexuales”, personas que hace años eran denominadas hermafroditas porque nacen con los atributos sexuales de ambos sexos. La “A” hace referencia a los “asexuales” y a los “aliados” (!) del movimiento. El signo “+” le abre la puerta a una multitud de otras “orientaciones”.
“Gays y lesbianas no tenemos nada que ver con pedófilos y trans”
Este revoltijo de identidades y tendencias sexuales diversas ya no le hace gracia a los miembros de la comunidad homosexual tradicional. Bajo el paraguas genérico de una sigla que sufre de “inflación de colectivos incorporados”, se desarrolla una agenda de reingeniería social disfrazada que nada tiene que ver con las banderas históricas del movimiento por los derechos homosexuales.
Con el auge del activismo transexual, y su «lucha por los derechos» del acceso al baño de las mujeres o a los deportes femeninos, se inaugura una era singular. El discurso de la “defensa de las minorías” de repente se ha convierte en un arma contra las mayorías. Impera una avasalladora pretensión de desordenar normas de relación básica de la sociedad. Ejemplos:
- La participación de hombres biológicos “trans” en categorías femeninas del deporte.
- La pretensión de hombres “autopercibidos como mujeres” de ser admitidos en los baños de las damas.
- Los globos de ensayo lanzados para eliminar la edad del consentimiento sexual y/o legalizar la pedofilia.
Últimamente, se ha cruzado una línea que le hace ruido a mucha gente. El disfraz de la “tolerancia”, que incita al cumplimento políticamente correcto de nuevos criterios “woke”, comienza a no funcionar para muchos. Aunque nuestras instituciones secuestradas aún las impulsan, las aberraciones ya se perciben nítidamente a nivel de la gente común y el hartazgo predomina en redes.
Por ejemplo, el rechazo que generó el incidente del hombre trans en la Cinemateca Nacional, que fue expulsado del baño de mujeres con toda razón. La gente en redes repudió la actitud del activista, pero ¡la institución le pidió disculpas!
Video: Hombre trans amenaza a policías en la Cinemateca Nacional
Por eso hace meses que es tendencia en Twitter el hashtag #LGBWithoutTheT, que marca la diferencia entre los homosexuales y el activismo trans.
También proliferan las cuentas como Gays Against Groomers, que agrupa a “homosexuales y otras personas de la comunidad contra la sexualización, el adoctrinamiento y la medicalización de los niños bajo el disfraz LGBTQIA+».
O las expresiones como este “meme” que condena los efectos de la ideología trans: la erosión de los derechos femeninos, la mutilación de niños y la traición de los principios de la comunidad originaria LGB.
La diferencia fundamental de gays, lesbianas y bisexuales con las personas transgénero
Por eso se alzan voces como la de Claudia Galindo, naturalista y traductora mexicana, que afirma taxativamente: “Gays y lesbianas no tenemos nada que ver con la agenda trans, ni tenemos nada que ver con los pedófilos”.
Entrevistada por Diario de Vallarta & Nayarit, Claudia Galindo -conocida activista por la libertad y “truth-teller” de la zona de Bahía de Banderas- salió al cruce de la identificación de la homosexualidad con la agenda del transgenderismo a nivel mundial.
Galindo, desde su condición de lesbiana, puntualiza la diferencia fundamental entre homosexuales y bisexuales con los transexuales: “Gays, lesbianas y bisexuales son personas que sienten preferencia sexual por su mismo sexo o por ambos, pero que se aceptan tal cual son; los transexuales, en cambio, no se aceptan como son e intentan cambiar su sexo y hasta su identidad, porque se cambian hasta el nombre”.
Galindo expresa una verdad muy simple: “El género es gramatical, y puede haber muchos, pero el sexo es real, y solo hay dos: hombre y mujer. Y son observables, es decir, nadie le “asigna” el sexo a nadie. Hay un pequeñísimo porcentaje de la población que es Intersexual, pero es una condición médica; y a esta gente le molesta muchísimo que los avienten en la cazuela de los “trans”.
La agenda trans: un plan de reingeniería social
La entrevistada arremete contra el loby LGBTIA+, al que considera un brazo ejecutor más de un plan de reingeniería social más amplio: “La agenda trans viene con vacunas, eutanasia y aborto. Si seguimos el caminito del movimiento, veremos que detrás están los misántropos, eugenistas y despobladores que impulsan la reducción de la población en todo el mundo”.
De alguna manera, la propaganda trans logra que muchas mentes ingenuas “le pidan voluntariamente al Estado que los esterilice”, subraya Galindo. “La ideología trans es “compleja, multidimensional, tiene muchos niveles de maldad”, pero está “construida en arena movediza”:
“Imagínate decirle a un niño sin pies o sin brazos que `nació en el cuerpo equivocado`? Además, si algunos nacimos en el cuerpo equivocado, entonces quien nació en el cuerpo que nos corresponde?”
En otros pasajes, Claudia Galindo advierte sobre los peligros de los bloqueadores de pubertad que la industria médica está administrando, y alienta a toda la población mexicana a oponerse a la propaganda engañosa que apunta a confundir a la infancia para iniciarla en el tortuoso camino de los “cambios de sexo”.
“Cuiden a a sus niños; vienen por ellos”, concluye.
Video: “No en nuestro nombre”. Gays le dicen NO a la ideología transgénero
Reflexiones finales
Tratada como ganado por sus invisibles amos, la Humanidad está siendo sometida a un proceso de hibridación tecnológica y cultural.
La ideología transgénero se asienta en la intersección de ambos procesos.
El movimiento transgénero en el mundo es parte de un proceso de reingeniería social profundo y complejo. Su impulso se debe al apoyo de grandes capitales y personalidades de inspiración eugenésica, ya que es obviamente funcional a los propósitos de las políticas despobladoras. Por eso ha sido impuesto como ideología oficial en diferentes niveles, en casi todo el mundo. De aquí se derivan la sanción de leyes para “proteger” a la población transgénero, la asignación de fondos del estado para financiar los cambios de sexo y el florecimiento de una industria médica megamillonaria dedicada a las cirugías trans.
Las premisas ideológicas de los propagandistas del cambio de sexo no se sostienen. Simples problemas lógicos derrumban toda la arquitectura del mito. El sexo no se limita a los genitales. ¡No es posible para nadie “cambiar de sexo” y esto no implica discriminar a nadie!
Sin embargo, la aplicación de los “derechos trans” genera nuevos problemas que antes no existían, entre una cantidad enorme de gente, por supuestamente preservar los “derechos especiales” de una ínfima minoría!
¿Cómo se explica esto?