Con 18 años, Sofía Ramos Rodríguez ha conquistado el medallero en una competencia mundial, pero el logro mayor, es el que conquista día con día, para representar a su Ciudad Neza, y a todo un país en competencias internacionales
La joven mexicana Sofía Ramos Rodríguez quien tuvo una destacada participación en el Campeonato Mundial de Atletismo Sub-20 en Nairobi Kenya, al llevarse la medalla de oro en 10 mil metros, tiene un logro mas al poner el nombre de su colonia, un asentamiento irregular en Ciudad Nezahualcóyotl, en alto, precedente de constancia y de vencer innumerables adversidades.
Conquista día con día, ante la falta de recursos y apoyo económico de organizaciones deportivas
Con 18 años, Sofía ha conquistado el medallero en una competencia mundial, pero el logro mayor, es el que conquista día con día, ante la falta de recursos y apoyo económico de organizaciones deportivas, para representar a su Ciudad Neza, y a todo un país en competencias internacionales.
Su vida transcurre en un asentamiento irregular en Ciudad Nezahualcóyotl, uno de los 125 municipios del Estado de México con una población de mas de un millón de habitantes, siendo el municipio con mayor densidad de población del país, y vecino colindante con la CMDX, el lugar donde Sofía creció y desarrollo su carrera deportiva, sufre de alto indice de pobreza, inseguridad y carencia de servicios públicos.
La vivienda 10 es la casa de la muchachita esa que salió en la tele porque ganó una medalla de oro
Al lugar se le conoce como Localidad 17 de junio, fecha en la que un grupo de paracaidistas se asentó hace una década. Sus habitantes son recolectores y recicladores de basura. Las viviendas y todo lo que hay en su interior están hechos con el material que pepenan. Lo que algunas personas desechan, para ellos es un tesoro. No hay agua corriente ni pavimento, la luz llega gracias a unos “diablitos”.
En esta zona de la colonia Ciudad Lago ya todos saben que la vivienda 10 es la casa de la muchachita esa que salió en la tele porque ganó una medalla de oro en el Campeonato Mundial de Atletismo Sub-20 en Nairobi, Kenya.
Sofía Ramos Rodríguez ya está entre la élite de las marchistas juveniles mexicanas
A su reciente título mundial hay que sumarle la medalla de plata que obtuvo en los Juegos Olímpicos de la Juventud de Buenos Aires 2018. Se une a la lista de Yanelli Caballero (plata mundial en 2009), Valeria Ortuño (plata en los Juegos Olímpicos de la Juventud de Nanjing 2014 y bronce en la Copa Mundial de Marcha en Roma 2016) y Alegna González (oro en el Mundial Sub 20 de atletismo en 2018).
“Yo nunca me hubiera imaginado estar en un campeonato del mundo y menos ganarlo. Me siento orgullosa porque es parte de un trabajo mío, de mi familia, de mi entrenador; es un trabajo en conjunto que he hecho. Me gusta hacer deporte, me veía en unos Juegos Olímpicos cambiando mi destino, no me veía como una persona normal”, dice Sofía Ramos.
Condiciones económicas de la familia Ramos no fueron un impedimento ya que a base de muchos sacrificios y trabajo sin parar han logrado apoyar a Sofia Ramos
Las condiciones económicas de la familia Ramos no fueron un impedimento para que la señora Patricia Rodríguez supiera que era importante que sus dos hijas menores tenían que hacer deporte. Desde que Frida y Sofía estaban chiquitas, la mujer jalaba con sus chamacas a pie hasta el deportivo de la clínica 23 del IMSS que está en la calzada San Juan de Aragón y Eduardo Molina. La casualidad quiso que en el Bosque de Aragón vieran a un grupo de niños marchistas y Frida propuso entrenar con ellos.
Aunque a Sofía le gustaba más la gimnasia y los clavados, su mamá no podía partirse en dos. Al entrenador de marcha Adrián Camacho tampoco le gustaba que las niñas practicaran otro deporte, así que les recomendó quedarse sólo con él. A Sofía la fue llevando poco a poco. Como apenas tenía 10 años llevaba un entrenamiento ligero y después la mandaba a jugar. No es que a Sofía le gustara la marcha, pero era eso o no hacer nada.
El sacrificio se impuso en la vida de Sofía: ir a la escuela en las mañanas, correr a su casa para cambiarse de ropa, ir comiendo en el camino mientras andaban los 30 minutos que se hacen al Bosque de Aragón; entrenar, regresar a la casa y hacer la tarea. Ni que decir si el entrenamiento tocaba en Chapultepec o en otro lado, las niñas y su mamá eran como hormiguitas aceleradas que iban de un lado a otro.
“Como no teníamos dinero para que tuvieran ropa deportiva, me iba a los tianguis durante horas, a la ropa de paca. Cuando encontraba una ropa nueva o en buenas condiciones se las compraba. Esa era mi misión en las mañanas cuando se iban a la escuela, ir a los a tianguis si juntaba algún dinerito. Les buscaba los tenis de marcha, que son más bajitos y planos. Comíamos lo que podíamos, no les podía dar una comida especial. Aprendí a llevarles una dieta informándome, pero era a como yo podía.”
Sofía tampoco se ha atenido a estirar la mano, de pequeña preparaba paletas de hielo de sabores ofreciendo las golosinas o chacharitas en los tianguis. Ya más grande, aprendió a hornear pasteles y también vendía hamburguesas y papas a la francesa. De donde sea había que juntar dinero para ayudar a sostener su carrera deportiva.
Descubrió que era buena para esta disciplina y ya no quiso soltarla
Las primeras competencias de Sofía Ramos le inyectaron la marcha en las venas. Le gustaba la adrenalina de competir, descubrió que era buena para esta disciplina y ya no quiso soltarla, sobre todo cuando la detectaron en la Olimpiada Nacional y la invitaron a entrenar en el Centro Nacional de Desarrollo de Talentos Deportivos y Alto Rendimiento (Cnar), a donde ingresó con 14 años.
Se unió al equipo del profesor Pedro Aroche, exentrenador del medallista olímpico Noé Hernández, quien tenía como regla comenzar a trabajar a las 05:30 de la mañana. Su hermana Frida también fue invitada. Para llegar puntual desde ciudad Lago hasta el Cnar, las niñas tenían que salir de su casa a las cuatro y realizar toda una ruta en la ciudad hasta llegar a el Palacio de los Deporte, donde se realizaban los entrenamientos.
Por su talento y dedicación fue interna de la Cnar, en este lugar vivia y estudiaba para poder cumplir con los entrenamientos rigurosos, solo salía los fines de semana para visitar a su familia. Una anécdota muy desalentadora fue cuando al no terminar un entrenamiento, una compañera y ella fueron abandonadas por su entrenador en el Desierto de los Leones, para que ellas pudieran regresar solas a su lugar de residencia, por supuesto que para la madre de Sofia, este castigo fue demasiado y decide retirarla del entrenamiento.
La Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte le pidió al entrenador Ignacio Zamudio que entrara al quite y aceptara a Sofía en su grupo de niños. Así fue como a principios de 2018 Sofía Ramos se integró al equipo donde Alegna González y Valeria Ortuño destacaban entre los demás.
Cuando Zamudio la recibió descubrió sus carencias, si bien era una niña con fortaleza física que se recupera fácilmente de los entrenamientos, había mucho por mejorar.
Los Juegos Olímpicos de la Juventud fueron la primera competencia internacional de Ramos y su medalla de plata fue un resultado sorpresivo y sobresaliente.
“Esperaba que peleara por una medalla, pero me gustó más la marca que hizo. De caminar en 23.40 minutos los cinco kilómetros bajó a 22.20. Se convirtió en la segunda mejor marca del mundo. Reveló el potencial que tenía a futuro”, asegura Zamudio.
Ante el panorama que se presentaba, la familia de Sofia no la dejo atrás, aun cuando el dinero sigue escaso, los padres de la medallista lograron pagar los gastos requeridos para lograr que Sofia Ramos llegara a competencias en Argentina.
El drama se volvió a presentar rumbo al Campeonato Mundial de Atletismo Sub-20. A Sofía Ramos su entrenador le avisó que no había presupuesto para hacer el viaje. Patricia Rodríguez no se quedó cruzada de brazos. Se comunicó a la oficina del presidente municipal electo de Nezahualcóyotl, Alfredo Cerqueda Rebollo, y sin más le pidió el dinero para el boleto de avión de su hija.
También salió a pedirle a los taxistas, a sus conocidos de la colonia, a la señora del pan que siempre les regalaba alguna pieza para que Sofía tuviera que comer, a las chavas de la tienda de abarrotes. Por fin llegó la llamada del político con el anuncio de que comprarían el boleto.
“La competencia la vimos en la casa de mi hijo el grande. Nos fuimos a quedar con él Frida y yo porque comenzaba a las dos de la mañana. La pasaron en la página en internet de la World Athletics (la Federación Internacional de Atletismo), el internet que tenemos es una cajita, de esos chafitas, porque aquí no hay señal, así que dije nos vamos porque no me vaya a fallar. Con mi hija que vive en Los Ángeles nos conectamos por el celular y le enseñamos la tele”, detalla Rodríguez.
Tanto el entrenador Ignacio Zamudio como la familia de Sofia siguieron las competencia a distancia debido al escaso presupuesto y las restricciones por COVID19
Como Ignacio Zamudio no pudo acompañar a Sofía Ramos –pues regresaba de los Juegos Olímpicos de Tokio con Alegna González y tampoco tenía boleto ni acreditación y no podía cumplir con el protocolo del covid-19 que exigía Kenya– también tuvo que seguir la competencia en el canal de la World Athletics.
Un día antes se comunicó con Ramos para diseñar la estrategia de la competencia dependiendo de si la prueba estaría lenta, rápida o incluso si por sanciones de los jueces la sacaban un minuto al pit lane (la zona de castigo donde entra una marchista cuando acumula tres tarjetas rojas).
“Antes del kilómetro cinco vi que iban lento y ella no se iba adelante como se lo había indicado en el plan. Le hablaba a la televisión como si Sofía me escuchara. La fisiatra Valentina Cantón que viajó con ella era con quien me auxiliaba porque estaba en la pista. A ella le decía lo que tenía que saber Sofía. Cuando vi que se despegó esperé un par de vueltas para ver si era definitivo que se iba ya sola, y fue así. El plan era despegarse lo más posible por si acumulaba tarjetas y la mandaban al pit lane cuando saliera les llevara al menos un minuto de ventaja. No tuvo más que una tarjeta y salió el plan perfecto, le sacó más de un minuto al segundo lugar.”
Sofía Ramos Rodríguez, a los 18 años, se convirtió en campeona mundial de marcha. Caminó los 10 mil metros en un tiempo de 46 minutos 23 segundos 1 centésima. Se impuso a la francesa Maële Biré-Heslouis (47:43.87 minutos) y a la checa Eliška Martínková (47:46.28 minutos).
Ignacio Zamudio explica que la preparación de Sofía Ramos se dio a la par de la de Alegna González que en Tokio 2020 finalizó en el quinto lugar en la prueba de los 20 kilómetros. Prácticamente realizaron los mismos campamentos y, a pesar de la pandemia, el equipo de marcha no dejó de entrenar en deportivos, carreteras o todo aquel lugar donde no hubiera gente y los atletas no estuvieran en riesgo pues los sacaron del Cnar.
“La expectativa era ganar esa medalla de oro. Antes de viajar a Nairobi ya estaba como primera del mundo en 20 kilómetros y primera en 10 kilómetros. En el Campeonato Nacional de Atletismo de Querétaro (mayo de 2021) quedó cuarta cerrando con Alejandra Ortega, que fue a Río 2016. Con esa marca quedó como primera en el ranking mundial juvenil. Fue acertado retomar el plan de entrenamiento y que no se perdiera más tiempo de trabajo”, explica Zamudio.
Unidad familiar
Se le pregunta su mamá cuánto dinero se ha gastado en la carrera deportiva de Sofia la respuesta muchísimo. No sé cuántos miles de pesos, entrenábamos diario, sólo descansábamos los domingos. Por años.
El presidente López Obrador dice que los atletas ganan por el esfuerzo de sus familias no le falta razón, estoy enojada con él porque ni ha mencionado a mi hija en su logro deportivo. Que diga que una niña de escasos recursos lo logró. Yo me dediqué en cuerpo y alma a mis hijas. Si yo hubiera tenido otras prioridades, como ver las novelas, no hubiera logrado esto. Este es un resultado personal cobijado por su familia.
La vida de la familia no ha sido sencilla, con una dignidad la madre de Sofia cuenta que su condición económica es precaria, todo el dinero que ganan sirve para alimentos y costear lo que su hija necesita para sus entrenamientos,
“Le voy a ser sincera, con trabajos compré una tele y todo lo que tengo es reciclado. No tengo piso en mi cuarto, es tierra cubierta con alfombra. Apenas tuvimos la oportunidad de echarle piso al cuarto de Sofía y a la cocina porque viene un camión de cemento y nos lo deja barato. Pero todas mis cosas son recicladas, nunca me compré un sillón o una sala. Todos los muebles son regalados.
“Todo es por apoyarla. Todo ha valido la pena. Veo a mi hija feliz y eso es lo más importante. A veces es muy insegura y me dice: ‘Mamá, no me la puedo creer’. Nosotros queremos una medalla olímpica, todavía esta chica, pero me gustaría que tuviera eso. Sería la mujer más feliz. Le dije ya me puedo morir en paz porque ya vi mi bandera en lo alto del pódium y oí mi Himno Nacional.
“La gente que sabe lo que hace la admira. Gente que ni me hablaba me felicita. Me dice una vecina: ‘¡Qué emoción que alguien de ciudad Lago salga en la tele por un triunfo y no por ratero!’.”
Fuente: Proceso