Hoy el presidente López Obrador se encuentra ante un verdadero dilema histórico; o demuestra que hay cambio de régimen, o continuaremos manteniendo la cultura del Maximato.
Por Javier Orozco Alvarado Investigador de El Colegio de Jalisco, A.C.
Hasta ahora, la mayoría de los mexicanos hemos escuchado al presidente de la república decir reiteradamente que vivimos en un régimen democrático, en donde se respetan la autonomía de los poderes, las instituciones, la libertad de prensa y las libertades políticas.
Por eso me resulta un tanto contradictorio que muchos estén pensando que el presidente Andrés Manuel pretenda imponer a su sucesor o sucesora contraviniendo sus propios principios, éticos, morales o personales, limitando la participación o el derecho de cualquiera de los militantes del partido en el poder para aspirar a la candidatura presidencial para el 2024.
En aras de mantener la continuidad del proyecto de transformación de la vida nacional o cambio de régimen, el presidente ha insinuado en varias ocasiones a quienes idealmente podrían ser los abanderados de Morena para la sucesión, de entre los cuales ha excluido en repetidas ocasiones a Ricardo Monreal; hecho que ha motivado a la opinión pública a señalarlo como rebelde, indisciplinado, ambicioso, o peor aún, como traidor.
Sin pretender estar a favor o en contra de tal o cual candidato, lo cierto es que Monreal, al igual que cualquier otro Morenista tiene la capacidad, la experiencia y la fuerza política necesaria para ganarse el derecho a ser tomado en cuenta al interior del partido, a menos que el presidente siga mandando abierta o sutilmente el mensaje de que Sheinbaum es su favorita, lo cual obligue a Monreal a tomar una decisión como las que el mismo presidente tomó en el pasado; como fue romper con el PRI y con el PRD para construir su propio proyecto ante la falta de democracia al interior de estos viejos partidos.
Bien que mal, Monreal ha sido un importante factor para lograr las reformas planteadas por el presidente desde el senado, en donde cuenta con por lo menos la mitad de la cámara y desde donde puede ayudar a que muchos otros proyectos del presidente, como la reforma eléctrica o la reforma política, salgan adelante por su habilidad y capacidad para negociar con otras fuerzas.
Quienes ven como rebelde, indisciplinado o traidor a Monreal, es porque seguimos practicando en México la cultura de la antidemocracia, el caudillismo o el cacicazgo; porque tenemos la creencia de que para llegar a ser alguien o algo debemos ser disciplinados y esperar nuestro turno para que el dedo divino decida nuestro futuro. Por eso en nuestro país estamos gobernados en muchos ámbitos de la vida pública no por los más capacitados o los verdaderos liderazgos, sino por simples títeres que se ganan las posiciones por su docilidad y “disciplina”.
Hoy el presidente de la república se encuentra ante un verdadero dilema histórico; o demuestra que hay cambio de régimen, permitiendo que todas las expresiones participen democráticamente en la selección del candidato de Morena para la presidencia de la república para el 2024 o continuaremos manteniendo la cultura del Maximato, en la que siga siendo el presidente saliente quien imponga al sucesor; pero ahora con el supuesto método de las encuestas.
Por eso, tanto los mexicanos como los militantes o simpatizantes de Morena, estamos obligados a cambiar nuestra mentalidad y demostrar que México está cambiando, que al igual que Andrés Manuel López Obrador llegó a la presidencia de la república con su propio esfuerzo y liderazgo, su sucesor debe ser alguien que vaya construyendo su proyecto desde abajo y con la gente; que sea alguien que tiene la capacidad y la autonomía para dirigir este país bajo su propio criterio, con su propio liderazgo y visión de Estado, y no como en el pasado, siguiendo una línea ideológica y política continua hasta dejar caer al país en pedazos como lo encontró el actual presidente.
Tanto Morena como el presidente de la república tienen la oportunidad histórica de demostrar que puede haber democracia en México, tanto al interior de los partidos políticos, como en las universidades, los sindicatos y los organismos públicos que se rigen a través del voto; de lo contrario, este será un sexenio estéril en el que la democracia, como una de las principales aspiraciones del presidente, no lograría concretarse.
Febrero de 2022. Link a la nota original