Esta semana el gobierno federal firmará un acuerdo para evitar el uso de maíz transgénico en tortillerías.
Podemos afirmar que la seguridad alimentaria es hoy, uno de los aspectos de mayor atención y preocupación en las políticas públicas no solo del país sino del mundo entero. Todos los países tienen su producto esencial en la alimentación general de la población.
La mayoría de los países en el mundo el principal grano base de la alimentación es el trigo, otros más el arroz, algunos las patatas, pero aquí en México, el maíz es la base de nuestra alimentación.
En la presente semana el gobierno firmará un Acuerdo con productores de maíz e industriales de la tortilla, cuyo objetivo es evitar el uso de maíz transgénico en las tortillerías de todo el país.
Un poco de contexto
Se vive una fundada desconfianza en los alimentos que consume la sociedad actual. La pérdida de confianza social en la calidad de los alimentos se puede entender cuando más del 75% de la población mexicana padece de sobrepeso y obesidad.
Los productos que se consumen en México en su mayoría son abastecidos por grandes empresas que dominan la industria de los alimentos, sean de consumo inmediato a insumos para su transformación, como lo es la harina para tortilla.
Duopolio harinero
En el país hay dos grandes proveedores industriales de harina de maíz para tortilla, Gruma y Minsa, industriales que, básicamente alimentan al país. Actualmente son muy pocas las empresas tortilleras que hacen nixtamal para la elaboración de sus productos.
La mayor parte del maíz con que Gruma y Minsa elaboran su harina lo importan, dado el déficit de 10 mil toneladas del grano que se tiene que traer sobre todo de Estados Unidos donde es permitido el cultivo del básico genéticamente modificado (GMO).
A pesar de las protestas de grupos sociales que afirman que la modificación genética no solo perjudica al mismo cereal, sino que repercute silenciosamente en la salud humana. En México con los gobiernos neoliberales trataron por todos los medios de legalizar su cultivo, pero actualmente los GMO está prohibido.
Hoy la industria alimenticia está bajo sospecha de enfermar a la sociedad con obesidad, diabetes, cáncer y enfermedades que de repente afectan la salud y donde, curiosamente, resaltan beneficiarios inmediatos la industria farmacéutica que últimamente han adquirido un poder económico sin precedentes.
El Acuerdo
Este lunes pasado, el presidente Andrés Manuel López Obrador adelantó que esta semana firmará un acuerdo para que las tortillerías del país sólo usen maíz blanco no transgénico, medida que estará acompañada del establecimiento de aranceles con el objetivo de evitar la importación de este grano.
López Obrador a enfrentado una situación adversa con los productores de maíz en los Estados Unidos que se acostumbraron, con los anteriores gobiernos, a vendernos un alto porcentaje de sus cosechas de que acostumbran a utilizar maíz genéticamente modificadas que este gobierno no permite.
El mandatario dijo que han dado ya opciones a Estados Unidos para el uso de maíz trasgénico para forraje, ganado, cerdos, pollos; y el maíz blanco para alimento humano.

El jefe del Ejecutivo insistió en la propuesta de realizar las tres naciones un análisis conjunto para conocer los impactos del consumo de maíz transgénico en la salud.
Sin maíz no hay país
El maíz, considerado por los mayas como la raíz de la descendencia humana, transformado desde el nixtamal, es base para una cantidad considerable de derivados alimenticios que han enriquecido nuestra riqueza gastronómica en todo lo largo y ancho de nuestro país.
Hay tantos productos derivados de la nixtamalización que no terminan de aparecer nuevas propuestas gastronómicas que se van sumando al poderoso gourmet mexicano.
Sin maíz no hay país.











































































