La denuncia por violencia de género en contra del expresidente de Argentina, Alberto Fernández, se convirtió en uno de los escándalos políticos más graves en la historia del país sudamericano.
Lo que comenzó el pasado domingo como una filtración periodística mutó el martes en la denuncia formal que Fabiola Yáñez, la expareja de Fernández, interpuso en juzgados argentinos desde Madrid, en donde reside junto con el hijo de ambos, Francisco, de dos años.
Pero el jueves por la noche la conmoción se intensificó luego de difundirse las fotos y los chats que la exprimera dama incluyó en la denuncia. Las imágenes, en la que se le ven moretones en un brazo y en un ojo, forman parte de una conversación de agosto de 2021, en el que ella le reclama sus maltratos al entonces presidente.
«Esto no funciona así todo el tiempo me golpeas. Es insólito. No puedo dejar que me hagas esto cuando yo no te hice nada. Y todo lo que trato de hacer con la mente centrada es defenderte y vos me golpeas físicamente. No hay explicación», señala la primera parte de los mensajes.
«Me volvés a golpear, estás loco. Venís golpeándome hace 3 días seguidos. Y cuando me zamarreaste de los brazos, me dejaste moretones. Esto es cuando me pegaste sin querer», agrega Yáñez en el intercambio con el exmandatario.
La sociedad argentina transitó de un shock a otro, ya que apenas un rato antes se había filtrado un video en el que Fernández coqueteaba con la conductora televisiva Tamara Pettinato.
El video fue grabado por el propio Fernández durante la pandemia de coronavirus, cuando recibió a Pettinato en la residencia oficial, en donde también vivía Yáñez. Ahí se puede ver que el expresidente y la conductora beben y se declaran su amor.
Decepción
El escándalo representa la debacle política de Fernández, un político de 64 años que dejó el poder con una imagen negativa del 80 %, que ni siquiera pudo competir por la reelección en 2023 y cuyo fracaso político le abrió la puerta al inesperado triunfo del ultraderechista Javier Milei.
Ya fuera de la Casa Rosada y pese a las múltiples críticas que recibía por los resultados de su administración, el expresidente todavía era reconocido por haber creado el primer Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidades, así como por el apoyo a la legalización del aborto y el cupo laboral trans.
También usaba el lenguaje inclusivo y en alguna ocasión se atrevió a anunciar que en Argentina se había terminado «con el patriarcado». Se autodefinía como «feminista».
Sin embargo, resultó ser un «feminista» que, en realidad, maltrataba a su pareja. De ahí el cimbronazo que provocó la denuncia de Yáñez porque, más allá de que todavía falta que la justicia se expida, una premisa fundamental del movimiento de mujeres es creerle a la víctima.
Así lo hicieron incluso las y los compañeros de partido de Fernández, quien ha negado las acusaciones. El repudio en su contra ha sido unánime.
Tensión
La causa avanzó el jueves por la mañana con la primera reunión que la exprimera dama sostuvo, a través de una videoconferencia, con la fiscalía especializada en violencia de género de Argentina.
Mientras tanto, Fernández permanece recluido en su casa de Buenos Aires. Después de un escueto comunicado en el que rechazó las imputaciones, decidió guardar silencio y apenas ha hablado por chat con algunos de sus amigos más cercanos.
Uno de ellos, el dirigente Luis D’Elía, llegó al extremo de pedirle que se suicidara. «Si (Fernández) tiene un poco de dignidad tiene que encerrarse en su dormitorio, hacerle una carta pidiendo perdón a Fabiola, a sus hijos, a sus compañeros y al Pueblo Argentino y pegarse un tiro en la cabeza», escribió.
«Lamento que creas que yo soy capaz de algo así. Por lo menos escúchame antes de que me pegue un tiro«, le respondió el expresidente en un mensaje que azuzó la tensión provocada por las revelaciones de su vida privada, que no dejan de sorprender y decepcionar a la sociedad argentina.
Fuente original y créditos de la imagen: RT México