Por Mollie Engelhart
Adondequiera que miro, veo gente hablando del cambio climático. No faltan soluciones (automóviles eléctricos, carne cultivada en laboratorio, tecnología de captura de carbono), pero casi ninguna de ellas aborda la raíz del problema. Mientras tanto, se ignora la solución más poderosa, una que ya ha demostrado que funciona: la agricultura regenerativa.
Soy un agricultor regenerativo. No solo creo en los principios de reconstruir el suelo, restaurar los ecosistemas y gestionar la tierra de forma que secuestre el carbono, sino que los vivo. Todos los días veo los resultados de primera mano: suelos más sanos, cultivos más fuertes, mayor biodiversidad y ganado que prospera sin insumos químicos. También veo cómo el sistema actual trabaja activamente en contra de este enfoque, priorizando las soluciones industriales con fines de lucro por sobre las soluciones simples basadas en la naturaleza.
¿Por qué, entonces, se ignora la agricultura regenerativa mientras las soluciones llamativas y de alta tecnología dominan la conversación? La respuesta es simple: no hay dinero para las corporaciones.
La agricultura regenerativa no se ajusta al modelo de lucro
La agricultura industrial se basa en la dependencia de fertilizantes químicos, pesticidas y semillas genéticamente modificadas. Prospera gracias a monocultivos que despojan a la tierra de nutrientes, lo que requiere aún más intervención química para mantenerse. Las empresas ganan miles de millones vendiendo estos insumos y los gobiernos subsidian todo el sistema. La agricultura regenerativa, por otro lado, restaura el suelo de manera natural mediante cultivos de cobertura, pastoreo rotativo y compostaje. Cuando los agricultores generan fertilidad mediante ciclos naturales en lugar de insumos sintéticos, las empresas químicas pierden clientes.Por eso no se ven campañas publicitarias de miles de millones de dólares que promuevan la agricultura regenerativa. No hay ningún gigante corporativo que se beneficie de que los agricultores planten cultivos de cobertura o integren el ganado con los cultivos en hileras. En cambio, el dinero fluye hacia industrias que mantienen a los agricultores dependientes de fertilizantes, semillas patentadas y subsidios gubernamentales en constante expansión.
La narrativa climática
Las mismas fuerzas que crearon nuestro sistema alimentario industrial también controlan la narrativa climática. Es mucho más fácil vender turbinas eólicas, paneles solares y autos eléctricos que cambiar radicalmente la forma en que cultivamos. Todo el sector de la energía renovable se ha convertido en una industria multimillonaria, con subsidios, incentivos gubernamentales e inversiones globales que se vuelcan en su expansión.
Mientras tanto, la agricultura regenerativa, el único enfoque que podría revertir activamente el daño ambiental y secuestrar carbono a gran escala, apenas se menciona. ¿Por qué? Porque es casi imposible para las grandes corporaciones monetizar la agricultura regenerativa de la misma manera que pueden monetizar otras industrias.
Si el cambio climático realmente tuviera que ver con la reducción de emisiones y la restauración del equilibrio de nuestros ecosistemas, la agricultura regenerativa sería lo más importante. En cambio, se la relega a un segundo plano porque no genera ganancias para quienes controlan el discurso.
Mercados de carbono y soluciones tecnocráticas
Muchas de las soluciones climáticas de las que oímos hablar hoy (créditos de carbono, carne cultivada en laboratorios, compensaciones por energías renovables) no tienen como objetivo resolver el problema, sino monetizarlo. En lugar de reducir las emisiones en la fuente, los mercados de carbono permiten a los grandes contaminadores eludir su responsabilidad mediante compras y ventas de créditos en lugar de regenerar la tierra.
La carne cultivada en laboratorio es otro ejemplo. Nos dicen que “salvará el planeta” al reducir las emisiones de metano de las vacas. Pero lo que no nos dicen es que el ganado bien gestionado es esencial para unos ecosistemas sanos. Los animales de pastoreo, cuando se rotan adecuadamente, reconstruyen el suelo, aumentan el almacenamiento de carbono y promueven la biodiversidad. Sin embargo, la tendencia es hacia alimentos industrializados creados en laboratorios y controlados por un puñado de corporaciones.
Recompensar el sistema equivocado
Si la agricultura regenerativa es tan eficaz, ¿por qué no la practican más agricultores? Porque las políticas gubernamentales los empujan en la dirección opuesta.
Los subsidios agrícolas apoyan abrumadoramente los monocultivos industriales como el maíz, la soja y el trigo, cultivos que agotan el suelo y requieren grandes cantidades de productos químicos. En lugar de incentivar la regeneración del suelo, se alienta a los agricultores a producir la mayor cantidad posible, al menor costo posible, sin importar el costo ambiental.El gobierno también restringe a los agricultores regenerativos con regulaciones innecesarias. Por ejemplo, la leche cruda, uno de los alimentos más ricos en nutrientes y probióticos, no se puede vender libremente debido a leyes restrictivas. Mientras tanto, los productos ultraprocesados de granjas industriales están repletos de vitaminas sintéticas y se venden como alternativas «saludables».
La verdadera solución
La solución climática más poderosa no es algo que tengamos que inventar. Ya existe: un suelo sano.
La agricultura regenerativa restaura la tierra, crea resiliencia y reduce las emisiones de forma natural. No requiere fertilizantes sintéticos, subsidios masivos ni patentes corporativas. Simplemente requiere volver a lo que funciona.
Pero para que esto suceda, debemos dejar de esperar soluciones impuestas desde arriba por las mismas industrias que causaron el problema en primer lugar. Necesitamos volver a tomar las riendas de la alimentación y la agricultura. Necesitamos apoyar a los agricultores regenerativos, exigir políticas que recompensen la salud del suelo y rechazar la ilusión de que la tecnología nos salvará de la destrucción causada por la agricultura industrial.
Soy agricultora, madre y administradora de la tierra. Sé lo que funciona porque lo veo todos los días. La pregunta no es si la agricultura regenerativa es la solución. La pregunta es ¿por qué no la utilizamos?