Sí, el mundo está en movimiento rumbo a definir su nuevo estatus de vida. Se buscan cambios a lo ya establecido con guerras y confrontaciones, como siempre. Sí, muchas cosas cambiarán, como la moneda mundial (el dolar estadounidense) que ya está en jaque o el mismo comercio mundial. Todo eso está en proceso, pero lo que sí parece haber cambiado son los conceptos que nos habían acostumbrado a escuchar y, sobre todo, tomar partido.
Conceptos obsoletos
Todo aquello de “izquierdas”, “derechas”, “capitalistas” “socialistas” “comunistas” entre otros términos que estuvieron en boga en el Siglo XX, ya han quedado rebasados. Hoy esos términos se difuminan a la hora de observar al comercio electrónico de los “comunistas” de China o ver el estado de bienestar de los “capitalistas” de Suecia. Ya términos como “socialismo” se confunde al tiempo que vemos las cartas de Cuba en el mercado de las medicinas a la hora de comerciar sus patentes.
O aquellos que se dibujan de “derecha” o “ultra-derecha” como Javier Milei, presidente de Argentina, que utiliza la faramalla de ir contra el “Estado socialista” para entregarse a los dictámenes del hegemonismo y su ideología de dominio a ultranza o, ¿cómo llamarle de “izquierda” a gobiernos que promueven el aborto en franca política mundial sobre la despoblación humana?
No. Esas palabras ya no tienen sustento. Esos términos ya son utilizados cada vez más para la calificación peyorativa y la confusión. Es muy difícil encontrar ya la redondez de su concepto. Su significado si no se ha vaciado del todo, seguro se ha modificado hasta ya no tener sentido su connotación semántica.
Hoy en el mundo se conjugan nuevos sustantivos como “soberanistas”, “globalistas”, “multipolaristas” o hasta el “humanista” como política de Estado. Estos nuevos términos ya han desplazado a la caduca denominación del pensamiento del siglo pasado.
La geopolítica
La guerra abierta y la soterrada entre las grandes potencias económicas del mundo, están haciendo de la geopolítica una masa en constante movimiento que no logra establecer su fisionomía y no ha acabado de empezar el verdadero proceso para ubicar su forma.
Los factores dependen mucho del llamado “timing”, la temporalidad de los acontecimientos programados, como las elecciones presidenciales estadounidense en el noviembre venidero donde se define qué grupo de los poderosos magnates norteamericanos gobernará ese país y a una buena parte del mundo en los próximos años.
Rule the world
El confrontamiento de las corrientes ideológicas al interior de Estado Unidos para gobernar el mundo es abierto y violento. Por un lado los conservadores aliados del candidato Donald Trump del partido Republicano, defienden el hegemonismo de ese país en el mundo. Se denominan “soberanistas” en una férrea política por conservar el vetusto poder de privilegios a costa de empobrecer a otros. Una idea donde desde Estados Unidos se dicte al mundo lo que debe de hacer y lo que no.
En el otro extremo de ese confrontamiento por el poder de “rule the world”, están los Demócratas que ahora tienen de candidata a Kamala Harris, sustituta del fallido Joe Biden. Esta ala del poder estadounidense proclama el globalismo comandado por una plutocracia corporativa que quiere eliminar las fronteras de los países y establecer una política mundial acorde a sus intereses. Esta política se puede observar a través de la llamada Agenda 2030 y sus 17 ODS (Objetivos de Desarrollo Sustentable) establecida por la ONU (2015) en los tiempos del emblemático presidente negro Barack Obama que intensificó la ideología de la diversidad degenerativa.
No hay que dejar de observar que esto no es una confrontación meramente electoral y “democrática”, definitivamente que no. Esto es una lucha de poder con pronósticos insospechados. El episodio mediático del atentado contra Trump el pasado 13 de julio, es una muestra del nivel de violencia en la que están dispuestos a desplegar para sus fines sectoriales. Hay quienes afirman que el abierto negocio de las armas en Estados Unidos pueden generar un efecto boomerang sin precedentes hacia el interior del país, a tal grado de ver como una miniatura aquella guerra civil del Siglo XIX.
La multipolaridad
Por otro lado, los efectos de la unión de países de los cinco continentes en los llamados “BRICS” (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), están buscando que el mando del mundo no recaiga en un país o un grupo de corporaciones internacionales, sino que pugnan por un poder multipolar que erradique el hegemonismo y que se mantenga el poder de los Estados y sus respectivas culturas en franca referencia al pretendido globalismo y su Agenda 2030.
Esta opción geopolítica comandada por China y Rusia, ha logrado captar la atención de una buena cantidad de países que buscan integrar esta alianza de los BRICS que se perfila como la organización que sepultará a la gran mentira que han convertido a la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
El humanismo mexicano
Estas opciones al parecer no dan mucha holgura para dónde hacerse. Sin embargo, en el caso de México, el actual presidente Andrés Manuel López Obrador ha bautizado a la semilla que se sembró en el 2018 y que ha brotado con fuerza en el 2024, como “humanismo mexicano”; y que es éste, un modelo de gobierno que no tiene nada ver con los mencionados, porque está basado en la herencia y valores que ha dejado la vasta historia del país en sus habitantes, donde han subsistido elementos humanos esenciales. Así lo dijo el mandatario mexicano al presentar el nombre de su modelo de gobierno: “lo esencial de nuestro proyecto proviene de nuestra grandeza cultural milenaria y de nuestra excepcional y fecunda historia política”.
El humanismo como política de Estado es, según López Obrador, una opción para ser aplicada por otros países del mundo. Eso mismo ha mencionado el actual lider del movimiento llamado “Francia insumisa” Jean Luc Mélenchon, que ha dicho que Europa necesita del éxito de la 4T y que Francia también es capaz de hacer lo que los mexicanos han hecho.
El humanismo mexicano en entredicho
Claudia Sheinbaum, presidenta mexicana electa para el periodo 2024-2030, ha dicho que continuará la política obradorista y su humanismo como modelo, sin embargo, en sus actos y discurso no logra convencer del todo, sobretodo cuando resaltan algunos detalles notorios de la Agenda 2030 de los globalistas, de sobremanera en las políticas de inclusión y diversidad de género que han impuesto en muchos países del mundo y que, recientemente fueron exhibidas de manera dantesca y completamente fuera de lugar en la pasada inauguración de los juegos olímpicos de Paris, Francia.
Si bien es cierto que Sheinbaum ha sido parte de la construcción del obradorismo y que sin duda rescatará mucha de las acciones del ‘humanismo mexicano’ de López Obrador, también es cierto que parte de su discurso está emparejado con la agenda feminista dictada desde los postulados del globalismo que encabezará la candidata del Partido Demócrata Kamala Harris. Así que no se vaya a sorprender.
Ni para dónde hacerse
Ahora si que “ni para dónde hacerse” con las opciones reales sobre el modelo de gobierno en México. López Obrador, si bien no fue del todo un presidente reformador del Estado, si fue un mandatario que cambió las reglas de juego sobre todo a la hora de manejar los recursos públicos. Si lo encajonamos de alguna manera en los nuevos conceptos mencionados, podríamos decir que se asemeja más a la política soberanista a la que muchos países se suman ante el avasalle y agandalle estadounidense a través de su esquema empresarial-corporativo.
Supermartes
Volviendo a los factores del “timing”, la elección que se avecina en el todavía todopoderoso Estados Unidos, provoca observarlo como una telenovela llena de drama, suspenso, intriga y probablemente hasta de terror.
La elección gringa del “supermartes” 5 de noviembre venidero no tiene precedente alguno en la historia misma de los Estado Unidos. Su resolución activará profundos movimientos dentro del mismo país como en el resto donde tiene presencia. Esta contienda ahora tiene un contexto interno que la convierte en la elección más importante de todos los tiempos en la vida de ese país. Súmele las guerras que sostiene (con terceros países) con Rusia, los países árabes y las que se vayan sumando en estos meses como un posible confrontamiento bélico con Venezuela por su Esequibo. También súmele la desgastante confrontación económica que ese país tiene con China. Sí, el contexto es denso, muy denso y no se asemeja a otros de décadas pasadas.
El presagio
Todo esto dibuja un escenario profundamente inestable sin opción para el vaticinio. Las consecuencias de una decisión no bien pensada es verdaderamente de pronósticos reservados.
Los chinos decían a finales del Siglo pasado que en el Siglo XXI China sería el número uno del mundo y que el 2025 sería su asunción.
Desde aquel presagio, aquí estamos para ver si es cierto.