Existe una corriente ideológica con una alta presencia mediática que demoniza el consumo de carne y, por ende, la actividad ganadera. Ecologistas, ciertos medios de comunicación y a veces hasta los gobiernos han protagonizado campañas en los últimos años que abogan por reducir, e incluso eliminar, la compra de productos cárnicos.
Sin embargo, esto encubre la verdadera realidad de la ganadería, un sector clave para la supervivencia del mundo rural, y hasta las características nutricionales de la carne. «Demonizar los producto de origen animal es, científicamente, una aberración». Así de contundente es el veterinario y divulgador Juan Pascal, que formó parte de la XXXVIII Jornada Ganadera, Forestal y de la Dehesa, organizada en España.
El experto desmonta, uno a uno, todos los mitos que rodean a la ganadería y el consumo de carne, y lo hizo dando argumentos y datos científicos. «La ‘cruzada’ contra la carne ha llegado, incluso, a los manuales escolares, algo que no se puede consentir, porque los argumentos no son ciertos», asegura.
«Hay una minoría que ha conseguido dominar el relato, una clase política que cree representar a un pensamiento dominante, pero no es así», afirma. De hecho, cuenta que hay, incluso, lugares europeos «donde se imponen menús veganos en escuelas, hospitales y edificios públicos, pese a que la mayoría de ciudadanos no está a favor».
Esto opina la comunidad científica
Esto contradice, además, la opinión de gran parte de la comunidad científica. Como argumenta el veterinario, son muchas las organizaciones que llaman la atención sobre lo inconveniente de ‘sacar’ la carne de la dieta, sobre todo en niños, adolescentes, mujeres embarazadas y lactantes.
En total, son más de diez las asociaciones médicas que desaconsejan estas dietas (bajas en hierro y en otros nutrientes básicos). «La proteína animal es fundamental, sobre todo cuando hablamos de niños o personas con edad avanzada», insiste.
Pascal, que asegura «no querer convencer a nadie sobre los beneficios de comer carne, pero sí lograr que los omnívoros no se sientan culpables por hacerlo». De hecho, esgrime un dato: el 84% de las personas que dejan de comer carne vuelven a hacerlo en pocos meses, mientras que el 50% de los veganos realmente no respetan su propio compromiso y consume productos animales.
Por ello, el veterinario considera «fundamental» que los ganaderos se informen para poder rebatir con argumentos cualquier ataque que se lance contra el sector.
Emisiones de CO2
Una de las acusaciones más extendidas es la cantidad de emisiones de C02 que genera la ganadería. Sin embargo, como ha aclarado Pascual, las emisiones de la ganadería suponen solo un 11,2% del total mundial (en Europa no llegan al 7%). «Dejar de comer carne o de beber leche no va a reducir el impacto de la huella de carbono», explica.
Además, el CO2 que emite un animal tiene un ciclo muy diferente al de los combustibles fósiles. El metano de una vaca se degrada en 10 años, mientras que las emisiones de los combustibles fósiles tardan mil años.
También aclara que las emisiones totales del consumo de carne por habitante y año (estimando un consumo de 10 kg de vacuno, 15 Kg de pollo, 110 litros de leche y 40 kg de porcino), suponen un total de 701 kg de C02, cuando sólo un vuelo de Nueva York a Londres supone unas emisiones directas de 900 kg de CO2 por pasajero.
Un reciclaje natural
A esto hay que sumar que «el ganado no sólo da carne, también limpia el monte, da estiércol (el 50% de los fertilizantes del mundo), no genera microplásticos, apenas produce desperdicio alimentario, recicla, ayuda a evitar incendios (el campo está mejor conservado) y, al evitar enfermedades al ganado, se protege la fauna».
Por otro lado, como desmiente Juan Pascual, no es cierto que la ganadería consuma recursos necesarios para los humanos, ya que el 86% de lo que come el ganado no es digestible para las personas. La paja, la piel de los cítricos, la pulpa de remolacha, la torta de girasol…. todo eso son desechos que, gracias a los animales, se reciclan.
Carne procesada
Tampoco, insiste el divulgador, es cierto que comer carne «produzca cáncer», como ciertos colectivos aseguran. «El riesgo tan solo está demostrado en el caso de carne procesada, y es muy bajo. Además, el consumo de lácteos tiene efectos protectores contra esta enfermedad».
Pascal también acaba con otro mito: el de que, al no comer animales, no se «mata ni maltrata». «La agricultura supone, de por sí, la muerte de animales como aves, roedores o reptiles. Si consumimos animales de pasto o de caza, minimizamos la muertes», asegura. Además, recuerda que «sin productos animales, no se podría disfrutar de la compañía de animales domésticos como perros o gatos».