Por Javier Orozco Alvarado, Ex rector de la Universidad de Guadalajara en Puerto Vallarta
Durante los cerca de 40 años que me he dedicado a la planeación y la investigación, he conocido de cerca los problemas que enfrenta nuestro país y el estado de Jalisco en materia de desarrollo económico regional, desarrollo rural y desarrollo turístico.
Para nadie es desconocido que en la última década, desde la llegada de los gobiernos de Movimiento Ciudadano, se han agudizado los problemas urbanos, ambientales y de inseguridad en nuestras principales ciudades.
La urbanización de la ZMG y en destinos como Puerto Vallarta, se ha vuelto caótica y anárquica sin que las autoridades hagan nada por frenar la incontrolable concentración de vivienda y de población en estos importantes centros urbanos.
Aunque el desarrollo del país y sus regiones han seguido la lógica del mercado, no estamos destinados a seguir fomentando los fenómenos de sobre poblamiento urbano, de concentración industrial y empleos, que alcanza en ambos casos casi el 70% del total del estado en su Zona Metropolitana.
Lamentablemente, aquellos municipios, como Zapopan y Tlajomulco, que fueron un día el granero del país y de nuestro estado, ahora se han convertido en zonas de vivienda disfuncional y en abandono por falta de viabilidad ambiental y urbana; con problemas de agua, de transporte y de inseguridad para la gente.
Esto ha sido consecuencia de la falta de apoyo al campo desde hace mucho tiempo, pero también por la falta de alternativas en la generación de empleos e inversión productiva en otros sectores económicos.
Hoy la economía regional de Jalisco es un desastre, está estancada. Los gobiernos de Movimiento Ciudadano se han enfocado en el fomento de la industria de la construcción, que es la más lucrativa; aunque contribuye a la destrucción del medio ambiente y provoca grandes desastres urbanos (sobrepoblación, inundaciones, inseguridad, congestionamiento vehicular, polución atmosférica, etc.).
Hasta ahora, se ha desaprovechado el potencial turístico de nuestras regiones y nuestras costas. Por el contrario, como sucede en la región de Puerto Vallarta, lejos de proteger nuestros bosques, nuestras montañas y nuestros litorales, los gobiernos actuales siguen favoreciendo la destrucción de nuestro patrimonio natural, cultural y arquitectónico.
Lugares como Puerto Vallarta, que aporta cerca del 30% del PIB estatal sólo recibe de participación cerca de un 3% de lo que genera; por esa razón este destino está en decadencia.
Es tiempo de frenar el caótico desarrollo urbano en Jalisco y apostarle al campo y a la diversificación de nuestra oferta turística; impulsando el turismo alternativo, ecológico, rural, gastronómico, médico y de salud, como lo han hecho muchas potencias turísticas cuando el campo y la industria tradicional se ven amenazadas por la destrucción de la económica tradicional y el avance de sectores de alta tecnología.
La buena noticia es que cada vez está más cerca la elección del 2 de junio, en el que la gente podrá decidir si seguimos con este modelo caótico de desarrollo o buscamos otras alternativas que ofrezcan un mejor futuro para Jalisco y nuestras familias.