Un análisis del caso de Puerto Vallarta, un municipio rico donde la actividad económica es muy dinámica, y se ubica entre aquellos con más derrama económica en el estado de Jalisco.
Por Mtro. Hugo Roberto Rojas Silva
En las últimas décadas se ha puesto de manifiesto el debate acerca de la viabilidad de los gobiernos locales, su debilidad institucional y presupuestal han sido algunos de los argumentos, sin embargo su nivel de responsabilidad en la calidad de vida de las personas es muy alta, a pesar de esto efectivamente la eficiencia y eficacia de los gobiernos municipales de México han dejado mucho que desear.
Analizando el caso de Puerto Vallarta, tenemos un municipio donde su actividad económica es muy dinámica, de hecho, es de los municipios con más derrama económica en el estado de Jalisco.
El promedio de crecimiento anual de la derrama que deja el turismo a nuestra ciudad en los últimos 5 años, ha sido de 1.4% en términos reales, si dividiéramos la derrama económica entre el número de población existente en el 2015 (275,640 personas), obtendríamos la nada despreciable cantidad de $55,210 pesos por persona al año.
Sin embargo la distribución de esta riqueza, en nuestro municipio no ha sido nada equitativa, tomando en cuenta los últimos datos que se tienen, el 90% de las personas ocupadas se reparten el 30% del total de los ingresos; mientras que solo el 10% de las personas ocupadas se reparten el 70%.
Es una obligación de los gobiernos de todos los niveles el evitar ésta no deseada concentración, refiriéndonos al gobierno municipal la tendencia a las concesiones de servicios públicos hacen evidente cada vez más, la falta de herramientas económicas y por tanto, de presupuesto suficiente para atender con calidad los servicios públicos que exige la población, es notorio también la falta de una estructura de organización diferente en los ayuntamientos de México, donde no solo existan áreas de tesorería, sino que cuenten con áreas de planeación fiscal, planeación económica, gasto eficaz basado en costo beneficio, entre otros temas.
En las condiciones actuales que se encuentra la mayor parte de los municipios del país, es casi imposible lograr los objetivos que se plantean en los planes de desarrollo municipal, y en la medida que los servicios públicos se deterioran, en que las obras de infraestructura se hacen mas escasas o de muy baja calidad, el sentimiento de la población es de incapacidad gubernamental. Por más que se tengan buenas intenciones es muy difícil que se pudieran emprender proyectos de alto impacto si no hay recursos para ello.
Bajo esta perspectiva, lo que resultaría imprescindible en otros países, en México se antoja un lujo, inclusive una falta de sensibilidad y conciencia el que exigiéramos:, parques, programas de protección a empresas locales frente a grandes transnacionales, programas de fomento al desarrollo económico, vialidades en buen estado, y servicios de salud eficientes; esto es demasiado pedir, tendremos que conformarnos como decía el slogan de un comercial: “Yo no pido mucho, solo trabajo”, aunque no importen las condiciones de éste, con eso tendremos que conformarnos.