Por Alfredo Jalife Rahme
La visita del primer ministro indio Narendra Modi a Moscú fue exitosa y causó conmoción en la OTAN, que fomenta la escalada ucraniana. Destaca la colaboración geofinanciera de Rusia e India con sus divisas nacionales, sin el dólar, y sus tres corredores geoeconómicos. En sincronía multipolar, Orban promovió en China su plan de paz en Ucrania.
La fortuita secuencia cronológica no podía ser más significativa: después de la triunfal visita del primer indio Narendra Modi a Moscú y la bienvenida de Pekín al primer ministro húngaro Viktor Orban –cuyo país es el rebelde de las bélicas políticas homogéneas tanto de la Unión Europea como del Pacto del Atlántico Norte–, se escenificó la pugnaz cumbre de la OTAN en Washington para acelerar la escalada militar en Ucrania con el propósito simultáneo de frenar la que parece hoy la irreversible dinámica multipolar.
El destino de Ucrania, hoy derrotada en el terreno militar, se decidirá en la elección presidencial del 5 de noviembre en Estados Unidos.
La OTAN, después de haber sido detenida en Ucrania, ahora pretende trasladarse a la región Asia-Pacífico para intentar contener a China.
El simple hecho de que Modi haya acudido a Rusia, la primera visita después de su tercer mandato electoral, significa una tremenda bofetada para la política balcanizadora de la anglósfera que busca(ba) la confrontación de la India contra China y las balcanizaciones de Eurasia: primordialmente del colaborativo triángulo “RIC (Rusia, India, China)”: concepto ideado por el exprimer ruso Primakov.
La anglósfera no oculta su decepción. A nivel estratégico, en el fanático think tank Atlantic Council, Frederick Kempe reconoce que “Putin, Xi, Orban y Modi proveen un perturbador telón de fondo al inicio de la cumbre de la OTAN”.
A nivel más vernáculo y financiero, el portal Bloomberg, muy cercano al presidente Biden y al mega especulador George Soros, confiesa el fracaso de la anglósfera: “El abrazo(sic) de Modi y Putin pone en relieve el fracaso a la hora de aislar a Rusia“.
El abrazo caluroso de los mandatarios de Rusia y la India ha perturbado a los geoestrategas de la anglósfera y constituye, según Bloomberg, “una píldora amarga a digerir por Washington”.
Se ha vuelto una obsesión de la anglósfera su designio de balcanizar a cada una de las tres superpotencias euroasiáticas, como solloza The Wall Street Journal: “La India de Modi busca estrechar lazos con Rusia y contrarrestar la Influencia de China“.
The Wall Street Journal y The New York Times no tienen más remedio que admitir que la visita de Modi rompió el “aislamiento” del presidente Putin –que en realidad ya se había asentado y acentuado con la visita de Putin a Corea del Norte y Vietnam.
A un nivel muy menor, el títere de Biden, el “presidente” ilegítimo Zelenski –concluyó su mandato el pasado mayo y ahora “gobierna” bajo la espuria ley marcial– no ocultó su enojo.
Mas allá de la extensa cuan ambiciosa Declaración Conjunta de Rusia y la India –donde destacan la cooperación militar, nuclear civil, farmacéutica, espacial y de hidrocarburos– se insinúa, desde ahora, parte de la agenda de los BRICS+ en su próxima reunión de octubre en Kazán (Rusia).
Resaltó el inicio de colaboración financiera en varios rubros de inversiones, mediante la singular participación de India (¡junto a China!) en el hub tecnológico de Rusia en el Lejano Oriente, con pago e intercambio con sus respectivas divisas nacionales (el rublo y la rupia).
En particular, me llamó la atención la convergencia geoeconómica de intereses en tres corredores: 1. Chennai-Vladivostok; 2. Transporte Internacional Norte-Sur (INST, por sus siglas en inglés), y 3. Ruta del Mar del Norte.
Sería un grave error de juicio alucinar que las tres rutas de Rusia e India compiten con las otras tres Rutas de la Seda que encabeza China. A mi juicio, ¡es todo lo contrario!: ya que Rusia forma parte de tales seis corredores que le proveería además su paraguas nuclear.
El analista indio Shishir Gupta refiere la “importancia estratégica” de la visita de Modi a Rusia, cuando “India no desea que su vulnerabilidad con China se vuelva su vulnerabilidad con Occidente”.
A mi juicio, como lo he reiterado en otros multimedia y redes sociales, también se perfiló el fantasma de la secesión de Khalistán en Punjab, donde el eje de la anglósfera Canadá-UE-EEUU busca balcanizar a la India mediante la carta de los Sikhs
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Curiosamente, las estériles y contraproducentes sanciones de “Occidente” para castigar a Rusia, provocaron el enorme incremento del comercio bilateral de Moscú con Nueva Delhi –donde brillan intensamente los hidrocarburos rusos para cubrir las apremiantes necesidades energéticas de India–, al pasar de 8.100 millones de dólares en 2021 a 65.700 millones de dólares hasta marzo 2024 –¡más de ocho veces en menos de tres años!–, según el muy solvente canciller indio Jaishankar, estratega de la “Ruta India: Estrategias para un Mundo Incierto“: politeísta, plural y multipolar. ¡Nada menos que la quintaesencia del Sur Global policéntrico!
En suma: de la cumbre ruso-india surgió el concepto geoeconómico y geofinanciero del “Espacio Euroasiático” del conciliado triángulo “RIC”: hoy –¡28 años más tarde!– cerebro operativo de los BRICS+.