La Declaración de Kazán de esta semana sugiere que los BRICS -en su composición ampliada- están dispuestos a abrir un nuevo capítulo en su historia.
Nunca antes se habían adoptado documentos tan voluminosos como resultado de las cumbres del grupo.
Además, la Declaración de Kazán será objeto de gran interés en los círculos políticos y académicos del mundo, así como objeto de críticas por parte de los opositores al BRICS.
Por primera vez, se expone detalladamente la visión unificada del grupo sobre el estado actual del sistema internacional.
La Declaración es un documento voluminoso que contiene 134 párrafos, algunos de ellos bastante largos. La declaración adoptada en la cumbre anterior, celebrada en Johannesburgo en agosto de 2023, sólo contenía 94 párrafos, y el documento adoptado en Pekín en julio de 2022 tenía 75. Así pues, año tras año, los resultados han sido cada vez más detallados y, como ya es costumbre decir, sustantivos, lo que refleja el aumento gradual de la intensidad del compromiso del grupo y la ampliación del alcance sustantivo de su cooperación multilateral.
La Declaración de Kazán consta de un preámbulo y cuatro secciones:
(1) reforzar el multilateralismo,
(2) seguridad global y regional,
(3) cooperación financiera y económica, y
(4) intercambios humanitarios.
Esta división parece razonable y acorde con las prioridades de la presidencia rusa anunciadas hace un año.
Por primera vez en la historia de los BRICS, la Declaración expone detalladamente la visión compartida del grupo sobre el estado actual del sistema internacional, los enfoques comunes o coincidentes de los problemas globales fundamentales de nuestro tiempo y de las crisis regionales agudas, y los contornos de un orden mundial deseable y alcanzable tal y como lo ven actualmente los miembros del grupo. Aunque el documento no establece calendarios concretos para tareas individuales ni hojas de ruta para áreas de trabajo específicas, sí abarca una serie de objetivos clave que el grupo debería o podría perseguir en los próximos años. Está claro que el documento es el producto no sólo de la propia Cumbre, sino también de un gran trabajo de un ejército de expertos, funcionarios y diplomáticos a diversos niveles en formatos multilaterales durante los últimos meses.
La negociación multilateral del texto final de un documento de tal extensión e importancia es en sí misma una tarea no trivial, especialmente porque el texto tuvo que negociarse no en el antiguo formato de los cinco miembros del BRICS, sino con la participación de nuevos miembros que no tenían experiencia previa en este tipo de trabajo. Sólo se puede adivinar la cantidad de trabajo que se invirtió en las 43 páginas del documento final.
Leyendo el texto de la declaración, es fácil ver que existe un claro equilibrio entre las agendas de seguridad y desarrollo. Este equilibrio sugiere que el grupo ha optado deliberadamente por mantener su amplísimo mandato y no centrará sus actividades futuras en una sola cosa – por ejemplo, promover el comercio entre los miembros del grupo, como han sugerido algunos expertos.
En lugar de adoptar un enfoque estrecho y temático, el BRICS pretende posicionarse como un laboratorio multitarea de la gobernanza mundial, en el que puedan ponerse a prueba nuevos algoritmos de cooperación multilateral y modelos innovadores para resolver los principales problemas económicos y políticos del mundo, incluidos el comercio, las finanzas y la estabilidad estratégica. Así pues, la «cartera de inversiones» políticas del Grupo está más que diversificada, y esta diversificación aumenta las posibilidades de éxito de al menos algunas de sus numerosas iniciativas. Este enfoque «temático» de la cooperación debería contribuir a superar las divisiones departamentales y evitar la excesiva burocracia inherente a muchas organizaciones internacionales.
En cuestiones de desarrollo, los BRICS se enfrentan, como era de esperar, a la difícil disyuntiva de intentar reformar las instituciones económicas y monetarias internacionales existentes, de orientación mayoritariamente occidental, o crear alternativas eficaces a estas instituciones bajo su propio paraguas común.
A juzgar por el texto de la declaración, la intención es maximizar ambas oportunidades: reclama cambios institucionales fundamentales en «viejas» estructuras multilaterales como el FMI o el BIRF, al tiempo que manifiesta la intención de los BRICS de seguir promoviendo alternativas institucionales no occidentales a estas estructuras predominantemente occidentales, como el Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) y el Acuerdo de Reservas Contingentes (ACR) de los BRICS. Por un lado, el documento apoya firmemente la Organización Mundial del Comercio (OMC) como mecanismo universal para el desarrollo de las relaciones económicas internacionales, pero no limita su apoyo únicamente a la OMC, y también aboga por una mayor liberalización del comercio dentro de la propia agrupación BRICS.
La Declaración no critica explícitamente las prácticas comerciales o financieras de ningún país o grupo de países en particular, pero expresa su preocupación por las «medidas coercitivas unilaterales ilegales», como las sanciones, que se consideran perjudiciales para la economía mundial y los objetivos mundiales de desarrollo sostenible. El documento concluye que tales medidas socavan inevitablemente la Carta de la ONU y los sistemas multilaterales de comercio. Este énfasis no es sorprendente: la mayoría de los países miembros del BRICS ya son objeto de algún tipo de sanciones unilaterales por parte de Occidente, o podrían serlo en cualquier momento. Por ello, la idea de reducir la dependencia de las «viejas» instituciones internacionales recorre todo el texto del documento.
Las cuestiones de seguridad siguen siendo muy sensibles para la mayoría de los países miembros del BRICS, y la declaración les dedica la mayor parte de su atención. No es difícil adivinar que, al menos en algunas situaciones de conflicto, los miembros del grupo podrían encontrarse fácilmente a distintos lados de las barricadas. A juzgar por el texto cuidadosamente calibrado de la Declaración, quienes trabajaron para reunir las numerosas versiones del documento dedicaron mucho tiempo y esfuerzo a encontrar un lenguaje apropiado para describir muchas de las crisis y conflictos actuales. El párrafo sobre Ucrania, por ejemplo, es muy breve y hace referencia a las posiciones ya expresadas por el Grupo en las votaciones sobre Ucrania en el Consejo de Seguridad y la Asamblea General de la ONU. También defiende que una solución pacífica debe ser coherente con los principios y normas de la ONU en su totalidad, rinde homenaje a los esfuerzos de mediación y aboga por la resolución del conflicto a través del diálogo y la diplomacia.
Podemos suponer que no fue fácil encontrar un denominador común sobre la situación en Gaza, dadas las posiciones tan diferentes de, por ejemplo, Irán y los EAU respecto a Israel. La declaración sobre la necesidad de respetar la integridad territorial de Siria podría interpretarse como una crítica implícita a la presencia militar turca en ese país, que Damasco no ha autorizado explícitamente. Probablemente fue más fácil llegar a un acuerdo sobre cuestiones menos polémicas, como la actual crisis de construcción nacional en Haití, razón por la cual el párrafo sobre este tema era relativamente largo y detallado. Lo mismo puede decirse de la cuestión del terrorismo internacional, que parece bastante detallada; los enfoques sobre el terrorismo internacional parecen haber sido compartidos, si no plenamente acordados, entre los miembros del grupo desde el principio.
El grupo decidió que algunas de las cuestiones más delicadas o técnicamente difíciles deberían estudiarse más a fondo. Entre estas cuestiones se incluye, por ejemplo, la propuesta rusa de BRICS Clear, un sistema para negociar valores sin la conversión asociada en dólares. Cabe imaginar que muchos de los cambios propuestos en el sistema financiero mundial mediante el uso de la tecnología blockchain y los tokens digitales respaldados por monedas nacionales, que están diseñados para hacer que las transacciones en dólares sean mucho menos necesarias en el comercio mundial, no serán fáciles de promover y, por lo tanto, necesitan un mayor estudio a nivel de expertos.
Lo mismo cabe decir de las propuestas para modernizar las infraestructuras de transporte y logística dentro de la agrupación BRICS: dada la expansión, esta tarea parece diferente hoy que hace un año. Por otro lado, algo como una bolsa de cereales basada en los BRICS puede ser más fácil de poner en práctica porque el grupo BRICS ya incluye a algunos de los mayores exportadores e importadores de cereales del mundo. Sería natural que los BRICS participaran más activamente en la gestión de los mercados energéticos mundiales, y en este caso el grupo incluye a la mayoría de los principales productores y consumidores de hidrocarburos del mundo.
En conjunto, la declaración sugiere que el grupo BRICS ampliado está dispuesto a abrir un nuevo capítulo en su historia. Está claro que el BRICS no es una alianza antioccidental y que el grupo no pretende socavar o destruir deliberadamente las instituciones occidentales. Los autores de la Declaración eligieron su redacción con sumo cuidado, evitando cualquier giro que pudiera inducir al lector a creer que es inevitable un agudo enfrentamiento entre el Occidente colectivo y el resto del mundo.
El BRICS ni siquiera pretende «equilibrar» a Occidente en modo alguno. El BRICS nunca podrá convertirse en una especie de G7, dada la diversidad de sus miembros y la ausencia de un líder hegemónico claro en el grupo. No obstante, el grupo es capaz de reclamar, y ya lo está haciendo abiertamente, un nuevo papel más destacado en la gobernanza mundial y en la definición de los parámetros del nuevo orden mundial. Además, pretende convertirse en uno de los actores más influyentes de todo el Sur global, que ha estado muy infrarrepresentado en la mayoría de las instituciones internacionales multilaterales.
Hay razones para creer que la Declaración de Kazán recibirá una gran atención tanto en los círculos políticos como académicos de todo el mundo, y que recibirá su buena dosis de críticas por parte de los escépticos y opositores al BRICS.
Algunos dirán que la declaración es demasiado general, demasiado ambigua y no se centra lo suficiente en cuestiones concretas. Habrá quien tenga la tentación de tachar el documento de simple lista de deseos. Sin embargo, la Declaración de Kazán demuestra no sólo que los BRICS ampliados pueden ponerse de acuerdo en una gama muy amplia de cuestiones, sino también que el grupo está abriendo nuevos caminos en su desarrollo. La 17ª Cumbre de los BRICS se celebrará en Brasil el año que viene, y el largo viaje desde Kazán hasta el continente latinoamericano promete ser realmente apasionante.
Fuente original (en inglés): Activist Post