“Europa no conseguirá sobrevivir sin inmigración. No debería tenerse tanto miedo de eso: todas las grandes culturas surgieron a partir de formas de mestizaje” Günter Grass.
Por Alfredo César Dachary
Hoy el mundo se enfrenta a su vergüenza con el mayor de los descaros, el olvido. Las caravanas de centroamericanos que van a la frontera de Estados Unidos por México son el fruto de las políticas colonialistas del país del norte en Centroamérica, desde el último golpe de Estado en Honduras en adelante.
Trump no teme a la inmigración sino al éxito de los que realizan y que pone en evidencia que la mayoría de los que viven en las calles son los blancos empobrecidos, pero el mayor temor es que esas tierras a las que llegan fueron despojadas a un país en formación: México.
Un antecedente de grandes movimientos migratorios lo dio la cuenca del Caribe insular cuando empezó el proceso de independencia en los años 50 y se generó una migración masiva a las metrópolis: Holanda, Francia y Estados Unidos, además de otros países porque la descolonización puso al descubierto economías de plantación agotadas, que fueron remplazadas por el moderno de los cultivos coloniales: el turismo.
Pero éste es solo un capítulo de los muchos que se vienen dando desde el siglo XIX en la relación Europa atlántica – resto del mundo, algo que los europeos quieren olvidar, por el resto de vergüenza que aún les queda.
La gran inmigración del siglo XIX fue motivada por la falta de trabajo y el hambre de millones de europeos, principalmente alemanes, italianos, españoles y también ingleses. Pero esto es parte del tema, la perversidad del modelo logró hacer de una tragedia una victoria, porque ésta viene a ser la segunda recolonización de América, por pobres pero formados en las ideas euro-centristas y sus religiones que lo ratificaban.
El caso africano que hoy se plantea como la “gran tragedia”, es consecuencia directa de las políticas coloniales, la destrucción de las sociedades y la manipulación actual para evitar que estos estados se consoliden, en otros casos, es sobre los restos del Estado, como Libia y Somalia.
Los nuevos inmigrantes son ex colonizados, al igual que los millones de argelinos en Francia luego de una guerra civil asimétrica que cobró la vida de más de un millón de pobladores que se rebelaban, al igual que en Italia con los etíopes, los que van a las ciudades enclaves militares españoles en Ceuta y Melilla, todos tienen un motivo inconsciente o consciente, ayer nos explotaron hoy vamos a ver si nos dan trabajo en su tierra.
Hemos tomado como punto de partida a esta polémica “tragedia” la opinión de un representante de los patrones del imperio, Lant Pritchett, ex economista del Banco Mundial y profesor de Harvard, en la que el experto en migraciones, argumenta que las democracias avanzadas se dirigen hacia el suicidio demográfico y afirma que la inmigración es del todo insuficiente.
Pritchett calcula que Europa necesitará unos 7 millones de inmigrantes anuales hasta 2050 y propone que esa llegada masiva sea regulada bajo criterios de productividad, mediante rotaciones y sin proveer de derechos políticos a los migrantes, al estilo de las monarquías del Golfo Pérsico.
Este modelo que tuve la oportunidad de ver en ambos extremos India – Emiratos Árabes Unidos, el “capitalismo perfecto”, sin máscaras, es la otra cara del de los países desarrollados.
La pobreza de la India, uno de los países más ricos del mundo, de Paquistán potencia nuclear y Bangladés, por citar a los principales emisores de la migración hacia los Emiratos Árabes y demás monarquías teocráticas, han generado cambios profundos pero aún queda mucha gente por llegar a los niveles mínimos, y son éstos los que viajan a un modelo de esclavitud moderna, pero “organizada”, se les paga el pasaje de avión ida y vuelta por 11 meses, y uno de regreso al hogar, el dinero se les deposita en sus países de origen y los contratistas les dan alojamiento, comida y trasportación, haciendo del paraíso el infierno, ya que trabajan a veces hasta con 50° de calor.
Lant Pritchett, profesor de Práctica del Desarrollo Internacional en la Kennedy School of Government de la Universidad de Harvard, ha calculado que el continente va a necesitar al menos 200 millones de nuevos trabajadores en los próximos 30 años.
“En el mundo desarrollado nos hacemos más ricos, vivimos durante más tiempo y tenemos menos hijos para que nos mantengan cuando lleguemos a viejos…”, parece ser que este académico no viaja en el país donde vive ni camina por sus calles ni en las de los otros países “desarrollados”, donde la marginación también está presente y en expansión a través del precarismo.
Al mismo tiempo, los países desarrollados gastan miles de millones en ayudas selectivas para aliviar la pobreza en forma de ayudas que son muy inferiores a lo que podrían ser si las personas pobres sencillamente ganaran un poco más de dinero, esto sin contar lo que extraen de estos países “pobres”.
Pritchett tiene una gran idea que cree que puede solucionar ambos problemas a la vez y puede que hayas oído hablar de ella, se llama inmigración en masa, algo que la mayoría de los falsos progresistas se horrorizan porque no quieren ver la calle llena de mendigos, las colas de los que están pidiendo comida en caritas y los centros de refugio, entre otros.
Jack Goldstone, de la Universidad George Mason, lo explica con las siguientes palabras: “Europa no tiene un problema de inmigración, tiene un problema de integración”, y si no puede encontrar la manera de integrar a los trabajadores que necesita en su sociedad y economía, se van a ver en una situación extrema en relación con las consecuencias del suicidio demográfico que se avecina”.
Sobre este eje es que se plantea la propuesta del profesor Pritchett el cual propone que la sociedad que reciba la migración masiva generará dos castas de personas: unas con derechos sociales y políticos, y otras sin ellos y, por lo tanto, no tendrán ninguna capacidad de influencia en las legislaciones que regulen sus condiciones laborales; es el modelo de los Emiratos Árabes.
Los tres supuestos sobre los que se basa esta propuesta son muy criticables, y éstos son: primero, el artículo considera que en el capitalismo todo el mundo puede ganar, que con cambiar de ubicación a las personas moviéndolas desde territorios poco productivos a territorios muy productivos es suficiente. Esta apreciación es repetida machaconamente por los adalides del capitalismo y continuamente es refutada por la realidad: en nuestro sistema socioeconómico las desigualdades han tendido a crecer y solo se han revertido fruto de las luchas sociales.
En segundo lugar, está la visión lineal de la historia que considera posible el crecimiento perpetuo, porque supone que el capitalismo seguirá reinando en la sociedad, algo que está más en duda para las poblaciones de las sociedades más desarrolladas luego que les ha tocado presenciar el desmantelamiento sistemático del Estado del bienestar y la recaída política en los fascismos.
Esto le permite sostener el pilar básico de su propuesta: la “teoría del goteo”, esa visión típica de las ONG y los organismos mundiales de que la riqueza va “goteando” de quien más posee a quien menos y así las personas más empobrecidas reciben algo y, aunque el reparto sea desigual, todo el mundo gana. Sin embargo, el crecimiento sostenido que caracterizó la segunda mitad del siglo XX se ha terminado para no volver. Hoy la asimetría económica es cada vez más fuerte según lo plantea con cifras el último informe de Oxfam.
Hay un tercer supuesto y es que el actual orden demográfico va a seguir inalterado en los nuevos escenarios de colapso civilizatorio que se están abriendo, ya que se cree que es probable, que se produzca un importante descenso demográfico por el aumento de las enfermedades, el hambre y los enfrentamientos armados. Esto estará causado por la escasez energética, los efectos del cambio climático, la erosión del suelo, los problemas de acceso al agua potable, la degradación ambiental general, la decadencia de la sanidad pública y el aumento de guerras por recursos cada vez más escasos y estratégicos.
Esa visión es la que se da desde los grupos que detentan el poder, los recursos son escasos y la población se incrementa, pero en la periferia ya que los países centrales todos casi sin excepción tienen un déficit demográfico. Pero el error está en ensayar en la ecuación de manera simple y no social; el tema es el desequilibrio en la distribución y el incremento del consumo de los grupos más privilegiados, que es parte del mecanismo que termina moviendo a grandes contingentes poblacionales.
Pero aparte de esto, están los otros motivos, que en el caso de África hay una guerra no declarada en diferentes países por las materias primas, que genera migraciones masivas, de supervivientes de masacres.
En síntesis, los movimientos migratorios nos recuerdan los costos de un sistema de acumulación cada vez más violento y sus resultados sociales cada vez más asimétricos, por lo que el tema migratorio es una síntesis de percepciones desde el racismo, cada vez fuerte en Europa y Estados Unidos, prejuicios derivados de éste y la incapacidad de poder buscar racionalizar el modelo, algo que por oposición cada vez se profundiza más con la robótica y la inteligencia artificial que hace al hombre cada vez más un producto laboral desechable.
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Fuente: Blog de Alfredo César Dachary. Artículo original