Cuando la dependencia tecnológica se vuelve arma letal
Preámbulo
Antes de abordar el tema quizá deberíamos primero hacernos una serie de preguntas debido a que el título de este escrito pareciera quedar muy corto porque la tecnología es transversal en todas las ramas del saber humano y particularmente en el sector de la economía de la sociedad moderna.
¿Qué tan importante es la actividad de la economía para un país? Pareciera una pregunta obvia, pero es importante saber lo vital que es la economía para la vida en sociedad, entonces ¿Quiénes manejan la economía del país? ¿Son empresas probas que practican la ética y la decencia en su negocio con la población? ¿Qué pasaría si esa economía se volcara en contra del mismo país? Y más agudo aún, ¿Qué pasaría si esa economía es utilizada para matar personas?
Si la economía del país está atrapada y entrampada por su dependencia a empresas extranjeras que pueden llegar a matar personas ¿Cómo podríamos denominar el hecho de la dependencia? ¿Porqué existe esa dependencia? ¿A quién del país se le puede responsabilizar?
Una vez hechas las dudas, el tema abre debate por el tipo específico del reciente ataque mortal acontecido en la guerra que recién se agudizó entre Israel y Líbano donde usaron un bien comercial adquirido para la comunicación, suministrado por las mismas compañías transnacionales que venden el mismo producto en todo el mundo incluyendo México, para matar personas.
Despoblamiento
Ahora que de repente se puso de moda poner en práctica técnicas de despoblamiento mundial, podemos observar la puesta en marcha de la creatividad macabra para no solo eliminar sistemáticamente a humanos, sino para beneficiarse de ello mientras se elimina. Eso agrega la vileza y la indolencia fría y cruel, como la compra de un dispositivo electrónico que se usa para comunicarse entre personas y que de repente igual provoca enfermedades o hasta la misma muerte.
Pero esa terrible creatividad pasa, no sólo con las empresas que venden esos aparatos electrónicos, sino con muchos de los productos que obligadamente consumimos en sociedad.
El consumo, la clave
Podemos ir de un amplio abanico de productos comestibles, de construcción, de comunicación y de otros más como la misma salud, para saber que muchos de ellos son manipulados para afectar personas.
Desde esa concepción, se está haciendo extensiva la duda que los alimentos que consumimos están siendo alterados para producir ciertas reacciones a afecto de trastocar la salud de las personas, una vez afectada la salud luego viene la dependencia tecnológica y al final la muerte. Esto es en teoría.
Pero para que no se quede en una simple teoría de palabras, el fenómeno del alimento-salud-tecnología-letalidad, tiene su evidencia en la consecuencia de usar una bebida artificial que se desconoce sus componentes en vez del uso del agua en las mesas de muchos hogares mexicanos: cocacola-diabetes-hemodiálisis-muerte.
El alimento, básico
Este fenómeno de alimento-salud-tecnología-letalidad, pasa igual con mucha de la gran cantidad de productos alimenticios que ingerimos, hasta en el alimento básico de los mexicanos: la tortilla.
Hoy la mayoría de expendios que fabrican la tortilla lo hacen en base a la harina industrializada de Maseca o Minza con fuertes sospechas de usar extraños aditamentos a la masa que ya de por sí prevalecen las dudas de ser fabricadas con maíz genéticamente modificado (OGM).
Hoy no hay ciencia que nos explique el impacto de los OGM en la salud por la simple cuestión que no sabemos con certezas las modificaciones hechas al maíz. ¿Qué le agregan?
Aún diciéndonos los elementos que agregan, antes está la duda y la ausencia de confianza en transnacionales empresas que destinan presupuesto para corromper a legisladores que buscan impulsar el uso de ese maíz para tortilla y al mismo tiempo, entorpecer las iniciativas encaminadas abrir un análisis efectivo.
Está en todos lados
Todo esto puede estar pasando en muchos de los productos que no podemos dejar de consumir y, como un indicativo poderoso, en ese nicho están casi todas las poderosas empresas nacionales y transnacionales, que aglutinadas y organizadas entre sí, nos suministran casi todo para la persona y el hogar, como la misma cerveza que México consume, las carnes, los tomates, el pan, la tortilla, las pastas de dientes, el rollo para limpiarse el, embutidos, enlatados, gaseosas, los aparatos electrodomésticos y para no seguir más con una larga lista de productos, termino con los aparatos que usamos para comunicarnos.
Bombas de bolsillo
Esto último, ya no es una teoría conspirativa, no más. Quizá en algún momento pudo la duda como algo impensable, pero hoy sabemos con certeza de lo que pueden ser capaces. Ya la teoría conspirativa quedó atrás, hoy es una realidad temerosa. A veces las cruentas guerras muestran destellos de alerta como aquello de “pon tus barbas a remojar”
Lo hecho por el ejérciito israellí (E.I.) contra la población de Líbano el pasado 17 de septiembre estallando masivamente beepers o localizadores de personas que dejaron 12 muertos, más de 4 mil heridos y muchas amputaciones, no sólo es un acto de barbarie, sino un acto simbólico sobre las tecnologías de la comunicación que usamos a todas horas pegadas al cuerpo y que se pueden transformar en bombas de muerte detonadas a kilómetros, literal.
Al día siguiente, el 18 de septiembre hubo más explosiones en otro tipo de aparatos como walkie–talkie y dispositivos electrónicos instalados en motos y automóviles que estallaron soncronizadamente en todo el territorio del Líbano. Este ataque tuvo de saldo 20 personas fallecidas y más de 450 resultaron heridas.
Gobiernos de muerte-empresas transnacionales
Para haber podido realizar este ataque hay más de un actor envuelto en la trama. Tanto el E.I. como el fabricante tuvieron responsabilidad pues todo aparato tiene su IC (código de identificación) que recibe los mensajes.
Se han divulgado dos versiones donde manejan sus escenarios: la primera es que desde la central que manda los mensajes se envían poderosos impulsos electromagnético que sobrecalientan la pila de litio haciéndola estallar; la otra versión es que el lote de beepers que se vendieron a la población de ese país ya venían cargados con explosivos para el momento necesario.
Dos versiones
Esta última versión pareciera que tuviera intención de quitarle peso a la preocupación de traer un dispositivo en la bolsa del pantalón. https://cdn.jwplayer.com/previews/Y9pjmPYr (vea esto con precaución).
Porque de ser cierta la primera versión, todo aquel que cuente con un dispositivo electrónico con batería de litio y conectado a una base que manda las señales de voz e imágenes, está expuesto. Si la gente dedicada a los asuntos ilícitos baja y sube la señal de telefonía e internet cuando se le place, ¿quién me dijera que esta gente no podrían hacerse de esta tecnología israellí para hacer perversidades?
La trampa
Lo que acaba de suceder en el Líbano, prende la alerta y la reflexión sobre el uso de las tecnologías en nuestro entorno. Hoy infantes, niños, jóvenes y adultos estamos pegados a los dispositivos prácticamente todo el día. Hay una dependencia total a la gama de dispositivos que sirven para comunicar personas y que también se han vuelto un ente de entretenimiento, diversión y consumo. Una verdadera trampa sin una posible salida aparente.
Este acto de guerra del E.I. sin duda se convierte en la evidencia efectiva que la economía, la red de proveedores de insumos personales y de hogar que abastecen las necesidades de la sociedad, son una amenaza para la población que obliga a repensar sobre la organización social alrededor de la seguridad, el bienestar y la sobrevivencia.
Pensar en la trampa para encontrar cómo salir
Cómo no recordar al entonces príncipe Carlos de Inglaterra que en la década de los años 90´s del siglo pasado rechazó comer alimentos que hubieran sido cultivados con fertilizantes y productos químicos y, ese gesto propició la moda de los orgánicos que se volvieron el alimento libre de químicos que sólo unos cuantos tienen acceso. Después de ésto ¿acaso la agricultura detuvo los cultivos con químicos envenenantes? Pues a la fecha no sólo no han parado, han ocasionado que ciertos cultivos como la papaya, sean cada vez más difícil cosecharla sin usar un caudal de químicos.
“La panza es primero”, decía Rius insistentemente. Quizá por ahí deberíamos empezar a pensar sobre la dependencia que se vuelve cada vez más peligrosa y si no sabemos qué estamos comiendo pues entonces todo lo demás es mucho más ignorado como aquellas constructoras de viviendas que utilizaron varillas de fierro contaminando para construir más de 17 mil casas en 16 estados del país.
Lo que nos han contado sobre el desarrollo y la modernidad, fincada precisamente en la economía, se está convirtiendo en una verdadera trampa sin un aparente resquicio de salida. Quizá para entender un poco de esta realidad, mire alrededor en donde está ahora y vea el grado de dependencia en la que se encuentra y nos encontramos todos.
Por ello debemos de pensar y repensar qué podemos hacer, una vez en la trampa, para encontrar una rendija de luz que nos pueda guiar a salir de ella.