En medio del caso “Alito” convertido en la mayúscula exhibición de la hipocresía como práctica política, AMLO delinea una consulta para que la sociedad mexicana en su conjunto decida sobre la permanencia en las calles de la Guardia Nacional.
Ahora que se vive a flor de piel la hipocresía como política, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, está proponiendo una consulta a la sociedad en su conjunto para que, a través de este mecanismo democrático, decida la suerte, en el caso particular, de que la Guardia Nacional (GN) se mantenga en las calles (Mañanera 23sep22).
No menciona nada sobre la militarización de las aduanas, puertos, aeropuertos o trenes. No. Esto no lo incluye en la consulta. Sería muy oportuno que la sociedad completa decida igual la cobertura administrativa clave de país por parte de las fuerzas castrenses o sigan siendo los civiles que la cubrían.
Después del atorón en el Senado para ampliar la duración del marco jurídico de la GN, sale la propuesta de López Obrador, la que debió haberse manejado antes del bochornoso show de los priistas de “Alito” y el secretario de Gobernación. Me parece una decisión salomónica y de exposición a la democracia.
Esta decisión exhibe por completo y dibuja la anatomía de la hipocresía como política de Estado y para ponerlo en contexto, el paradigmático caso “Alito” emerge como el ejemplo de lo que la actual sociedad mexicana no acepta eso que se manejen “acuerdos” facciosos y cupulares para tomar decisiones transcendentales de país y no se informe a la ciudadanía.
El mismo juego de aquella política del régimen pasado donde, para alcanzar los votos necesarios, se transa. Se supone que ese tipo de acuerdos quedaron atrás del 2018, y que hoy gana la transparencia y el manejo público cada vez más público, al menos así se ha dicho.
Por ello, el emblemático caso “Alito” se tendrá que aclarar y poner el informe de esos acuerdos al servicio de la sociedad; ese raro manejo político que se tuvo con el cambio del sentido y parecer del hipócrita proceder de un personaje sin escrúpulo político acartonado en la simulación y las falsas palabras.
En el otro extremo de estos dos jugadores, este caso exhibe también al poder fáctico que tiene a los medios tradicionales y que es quien manejaba todo lo que el ejército se encarga hoy (puertos, aeropuertos, aduanas, carreteras, puentes, trenes).
Sí, los adinerados, herederos de aquellas viejas haciendas porfiristas, prefirieron enseñar el cobre y desnudar por completo la gigantesca hipocresía que tienen tatuada en la frente cada uno de los magnates que integran esa cúpula político-empresarial que ha gobernado el país en la penumbra como verdaderos vampiros.
La colosal hipocresía de los llamados conservadores, es que cuando tenían de peón al famoso “Alito” lo defendían con todos sus dientes (¿o quizá colmillos?), sin la exhibición mediática en sus canales de las fechorías conocidas para todo público a través de audios que decían la otra cara de la hipocresía, que fueron hackeados de su celular y expuestos semana tras semana en un show llamado “Noches del Jaguar” programa del gobierno campechano y pintoresco.
Pero una vez pactado el anunciado del regalo de “Alito” para que fuera el PRI quien levantara la mano para que la GN se quedara más rato en la legalidad, el gobierno de Campeche, dijo no divulgar más audios de “Alito” porque se sujetaba a una orden del juez “hasta tener el fallo” (Sic).
Ahora se volteó la cosa, los que hablan pestes y sacan los audios del tal “Alito” son los que antes los retenían y no hablaban nada de ello; y quien se encargaba de hacerlos con el afán, decía la mujer gobernadora, de hacer justicia para Campeche, de repente salta el pretexto para dejar de exhibir la realidad del falso “Alito”.
La consulta que ofrece el presidente para conocer la decisión del gran elector sobre el tema de la militarización de la GN es sin duda, un jalón de cobija que expone a los legisladores y gobernación.
Pero además de exponerlos, AMLO, quizá esté inaugurando una manera efectiva de tomar decisiones sociales del peso suficiente para llevarlo a consulta por todo el país, algo que deberían de hacer los propios legisladores y sustentar su representación. Pero no, así no juega la política mexicana.
Con la consulta, la representación política de los partidos, igualmente quedaría rebasada y cada vez más las decisiones de nación se tomarían desde la colectividad total y no sectaria-partidista como ha venido sucediendo en nuestra democracia.
Si esta propuesta de consulta al país hubiera sido el camino de aquel triste episodio de las modificaciones a la Constitución en materia de energía, los resultados fueran contrarios a la “victoria” de la oposición o, al menos es lo que se percibe.
En resumidas cuentas, lo que pone AMLO en el pandero político es en realidad un juicio histórico.
Si el ciudadano vota por la GN para que se quede en la patrulla de las calles, se hará un surco hondo de ayer y hoy; un juicio a la corrupción, la simulación o la hipocresía política que se ha vivido en las últimas décadas en los aparatos institucionales del Estado, incluyendo al poder fáctico.
De decidir el pueblo que no quiere a la GN patrullando las calles, seguirá el modelo civil a que nos tienen acostumbrados corporativos de neohacendados, banqueros, medios o industriales.
Puede tener lógica el pensar de López Obrador. Todas las instituciones, gobierno, partidos, universidades, centros de investigación y hasta organizaciones de la “sociedad civil” se adhirieron a los mecanismos neoliberales, a la competencia y al lucro, y sí, el ejército también fue tocado por la codicia, pero ciertamente un tanto aislados.
Desde esa lógica, la decisión de la consulta se resume a quitar al dinero como mandamás en las cruciales actividades de país y poner una institución que tiene por lema servir al pueblo, aún con el monopolio de las armas y el conocimiento del matar o lo que eso signifique.
Pareciera difícil la decisión colectiva al elegir que la GN siga en las calles cuando en la realidad, no solo estos 4 años que estuvieron bajo un marco legal, estas últimas décadas los militares ahí han estado todo el tiempo.
No hay que escatimar la propuesta del presidente, alivia la política.