Millones de mexicanos cifraron las esperanzas en Andrés Manuel López Obrador, presidente de México desde el 2018 y, aunque ciertamente hay un avance significativo, no ha tocado, como él dijo “ni con el pétalo de una rosa” a la estructura del poder verdadero de nuestro país.
No se van a negar los destellos que ha tenido el actual gobierno federal en varios rubros de la vida de la sociedad mexicana como en la distribución de la riqueza, el combate a la desigualdad social o en la nueva cara de México ante el concierto de las naciones del mundo, sobretodo en la relación histórica con Estados Unidos y Europa.
También es cierto que en cinco-seis años no se puede cambiar un anquilosada y vetusta estructura de un poder enquistado en la corrupción como fuente de su fuerza y, además, de la práctica y el fomento de actitudes retrógradas como el clasismo, el racismo, la xenofobia y la violencia exacerbada como solución.
En todo esa carga histórica que le tocó mediar, López Obrador ha tratado de erradicar los males heredados con el ejemplo, pero aunque sea grande su figura, no alcanza a cubrir toda la estructura de gobierno mucho menos el entramado social general.
A pesar de todas esos obstáculos, si se puede observar un mejor gobierno comparado con los anteriores vividos, sin duda.
Sin embargo, hay rubros en la estructura político-social-económica de ese poder vetusto que se pudo (se puede) haber atendido para mejorar y lo dejó pasar porque, ahora se entiende un poco mejor, su estrategia para la transformación, que según el propio presidente, se lo ha dejado a la consciencia de la gente, es decir, que los cambios de fondo los transforme la gente, posición que, desde este quien escribe, es un decisión tibia, por no decir errónea.
Los rubros donde se ha notado más la tibieza del presidente en la toma de decisión de gran calado, está en la revisión del papel del estado en materia de comunicación social y las evaluaciones de las concesiones de uso del espectro radioeléctrico, sobretodo en radio y televisión; la consolidación de la red de universidades públicas en zonas marginadas, y; en el combate a la corrupción frontal en el Poder Judicial, sabiendo a carta cabal que es el nido de ladrones, saqueadores y los sinvergüenzas del país.
Tibieza en >>ni con el pétalo de una rosa<<
Ya hemos hablado aquí en el Diario de Vallarta, del presidente esquivando la decisión de evaluar y observar la actividad de los medios de comunicación de interés público que son beneficiados de la entrega a particulares de una porción del espectro radioeléctrico para su explotación lucrativa. En este caso, López Obrador acuñó la frase de que a los medios de comunicación establecidos y concesionados “no se les toca ni con el pétalo de una rosa” y esas eran sus indicaciones para todos.
Algo muy decepcionante que no haya revisión el buen actuar de los medios de comunicación.
Pero no tardó ni un mes cuando se dio cuenta de su grave error al afirmar hace unos días el acuso de recibo para aceptar el desafío de un guerra abierta de los medios de comunicación contra la administración obradorista y su persona. Abusando los concesionarios de la bondad… o la tibieza presidencial.
No se espera grandes cosas en el acuso recibo, es decir, no habrá una evaluación general del estado que guarda para la nación el uso del espectro radioeléctrico, lo que habrá seguramente, al estilo obradorista, es un guerra verbal, de sacar los trapitos al Sol y sacar verdades a la luz pública de triquiñuelas y corruptelas de los hombres poderosos dueños de los medios.
Su tibieza no e alcanzará para profundizar en la comunicación social, ¿qué se hace? ¿Quién la hace? ¿Cuáles son sus fines? El análisis profundo del papel del Estado en materia de comunicación social como los contenidos de televisión, programas de radio, películas, entretenimiento y todo eso que forma actitudes en multitudes.
O, está bien, que no se toquen y que sigan produciendo basura, pero promover el establecimiento de una alternativa de comunicación social a través de la radio y la televisión pública que llegue a todos los rincones del país y no una conferencia matutina por Youtube, X o Facebook, aunque no deja de ser un excelente opción, no es suficiente para el nivel de cobertura que los medios tradicionales tienen actualmente. Es decir, generar una alternativa de contenidos diferente a lo que ha venido haciendo desde muchas décadas atrás la Cámara de la Industria de la Radio y Televisión que concentra más del 75% del campo radieléctrico del país y que a la postre ha dejado huella en la cultura popular mexicana.
Cuando AMLO dijo que a los medios no se les tocaba ni con el pétalo de una rosa, pocos días después se le dejan ir como jauría envenenada inventándole una indolencia por la reciente desaparición de las 5 personas en los altos de Jalisco; invención miserable que circularon medios y voceros, algo que le afectó visiblemente al presidente y aceptó el desafío de los dueños de los medios, que todavía no sabemos que estrategia tomará AMLO para enfrentar a esos magnates de manera abierta.
Tibieza de comadrazgo
También hemos hablado en este espacio, aunque es un tema que necesita de actualizaciones frecuentes, de las Universidades para el Bienestar Benito Juárez García (UBBJ), una gran iniciativa que terminó en manos muy incompetentes, con sospecha de boicot, para llevar a cabo la expansión de la educación superior de calidad a las zonas más marginadas del país.
En los primeros años del sexenio cuando el proyecto de las UBBJ rendía frutos, AMLO acudía frecuentemente a inaugurar sedes en distintos pueblos pero de un tiempo a la fecha, el presidente dejó de tener actos protocolarios anunciando los planteles en su programación de fin de semana. No se sabe si cayó en cuenta de la ineptud de su amiga Raquel Sosa, directora general de las UBBJ, o de plano dejó el interés en el cajón superior derecho.
La incapacidad de Raquel Sosa está dejando un sin fin de problemas legales-laborales que se encaminan a una sentencia favorable para los docentes despedidos y que se traduce en millones de pesos de indemnización por la irresponsabilidad de esta persona en el manejo de un proyecto de tal envergadura.
Aparte de ese “pequeño problema”, Sosa desmanteló la cátedra dejando pocos maestros para muchos estudiantes y de distinto nivel. Emularon el sistema multinivel que se desarrolló en las zonas alejadas donde un maestro atendía todos los niveles de primaria y secundaria. Así le hicieron con alumnos de las UBBJ donde tres maestros, por ejemplo, daban clase a 70 alumnos de diferentes niveles. Mala calidad educativa y explotación laboral se mezclaron como el sello administrativo de Sosa.
Esto fue denunciado por los mismos docentes despedidos y por algún periodista que habló del caso en una mañanera, el presidente respondió con un apoyo y un reconocimiento a Sosa y acabó alabando la amistad mutua y la confianza que le tiene a la mujer.
La tibieza a la hora de las decisiones se observa con el tiempo, y hoy las UBBJ han desaparecido del radar de prioridades de obras y proyectos que heredará al próximo presidente. En este rubro, la tibieza se convierte en un error de comadrazgo.
La tibieza de AMLO ante el Poder Judicial
Jueces, magistados y ministros se han dedicado a obstruir todo movimiento que provenga de la 4T, creando cierta ingobernabilidad que se nota ya en la desesperación del presidente.
Hubo resoluciones de la Corte, como el dictamen de la impugnación a la reforma electoral llamada Plan B, que ameritaban acciones más frontales y resolutivas de parte del Ejecutivo y el Legislativo, como el juicio político, pero lejos de eso, AMLO decidió esperarse a las elecciones del 2024 y lograr tener mayoría en el Congreso Federal para poder modificar la Constitución y que los Jueces, Magistrados y Ministros sean elegidos por el voto popular.
La respuesta no es una mala idea, pero es muy tibia ante la ola de agravios presente. Esperar a las elecciones para frenar los abusos es una medida muy parecida aquella donde no se tocan ni con el pétalo de una rosa, en la práctica es como sacarle la vuelta a la responsabilidad histórica.
Ernesto Zedillo cambió a los 26 ministros que en 1995 tenía la Corte y que estaban conjurados con Salinas de Gortari, ahí no hubo tibieza ni consideración al lloriqueo, mientras hoy, AMLO le da la vuelta al asunto dejando a que esta Corte siga haciendo cochinadas como la del Ministro Luis María Aguilar, recientemente acusado de dilatar una sentencia sobre un evasor fiscal que debe a las arcas del país más de 25 mil millones de pesos.
Al no enfrentar las malas prácticas y obvias artimañas y dejarle al pueblo la decisión de quitarlos y poner otros que el mismo pueblo elija, no solo es una medida tibia, podría ser incluso tipificarse de negligencia porque no puede dejar que sigan haciendo lo que quieran sin límites, como hoy que la SCJN resolvió que el INAI, en manos de la oposición, pueda sesionar con 4 integrantes cuando no es el quorum legal que establece la Constitución para sesionar y sacar las resoluciones pendientes que, casualmente, van en contra de acciones del gobierno obradorista.
La tibieza en las decisiones trascendentes del presidente AMLO está causando mucha inestabilidad y detiene lo ganado hasta ahora. Los medios hoy están desbocados por, precisamente, no haber hecho lo que su deber de gobernante, de atender la comunicación social del pueblo y revisar si es correcto el funcionar de las concesiones de radio y televisión.
La tibieza en tomar mejores decisiones en el manejo de la enseñanza profesional en las zonas marginadas, abandona la demanda de justicia elemental para el desarrollo de los pueblos, simulando hacer lo que no hace.
Y la tibieza en el tema judicial es por demás obvio que irá subiendo de nivel el grado de confrontación con pronósticos reservados, y todo por no actuar como se debe, no vayan a decirle al presidente autoritario y dictador. Mejor que sigan haciendo chicanadas antes que lo llamen dictador.