RESUMEN DEL LIBRO Nada por lo que pedir perdón. El historiador Marcelo Gullo le contesta a los presidentes Evo Morales, Andres Manuel López Obrador, Gustavo Petro y Gabriel Boric, que creyéndose antiimperialistas, son “mano de obra barata del imperialismo anglosajón”.
Por Claudio Fabián Guevara
Marcelo Gullo Omodeo es doctor en Ciencia Política por la Universidad del Salvador (Buenos Aires) y magíster en Relaciones Internacionales. Con un ensayo histórico rebate las ideas más afianzadas acerca de la leyenda negra sobre la actuación del Imperio español en América.
Nada por lo que pedir perdón es un libro que defiende la importancia del legado de España, y demuestra con rigor que la conquista no fue lo que los enemigos de España han propagandizado. “Hoy la leyenda negra se sitúa en el centro de la dictadura de lo políticamente correcto”, dice Marcelo Gullo.
El Imperio español fue el mayor de su época y, por lo tanto, objeto de una guerra que no terminó en los campos de batalla. Los enemigos de España (las otras potencias europeas) trabajaron arduamente para denunciar las atrocidades españolas en América, y al mismo tiempo que ocultaban sus propias atrocidades.
Nada por lo que pedir perdón: El progresismo, “mano de obra barata del imperialismo anglosajón”
Nada por lo que pedir perdón es un libro útil para entender el proceso de anulación histórico-cultural de España por parte de la propaganda anglosajona. Con un gran caudal de datos y referencias históricas, Marcelo Gullo le contesta a los presidentes Evo Morales, Andres Manuel López Obrador, Gustavo Petro y Gabriel Boric, que creyéndose antiimperialistas, son “mano de obra barata del imperialismo anglosajón”.
“España es la única nación del mundo en la que una parte importante de la población asume la historia como la han contado sus enemigos”, sostiene.
El académico argentino no niega que en el proceso de conquista española de los territorios americanos hubo violencia, abusos y despojos. Lo que dice es que también hubo un proceso de transferencia tecnológica y cultural que benefició a los pueblos nativos, que hubo un mestizaje y una integración de poblaciones que no existió en otros procesos colonizadores, y que los países que se han convertido en máximos denunciantes de España (Inglaterra, Holanda, Alemania, Francia y Estados Unidos) son sus también competidoras históricas. Y que estas naciones, que se erigen como los “jueces” principales del “Tribunal de la Historia”, impulsaron la esclavitud, la limpieza étnica y el colonialismo más feroz en los territorios que conquistaron.
Historia comparada: los salvajismos ocultados
El historiador argentino repasa las cifras de violencia que arrojaron algunos episodios de la guerra de conquista de España en América Latina. Y las compara con episodios de salvajismo protagonizados por soldados norteamericanos, ingleses, alemanes, holandeses o franceses en distintas partes del mundo. El resultado es que los españoles se ven moderados al lado del bombardeo de Dresde, la violación masiva de alemanas a cargo del Ejército Rojo, o la masacre de Hiroshima y Nagasaki. También los colonialistas españoles se ven moderados comparados con las matanzas que perpetraron los colonialistas holandeses en Indonesia, los ingleses en India o los franceses en África.
España también luce mejor por su activa política de integración y mestizaje de los conquistadores con las poblaciones nativas, en comparación con la política de acoso y exterminio que llevaron a cabo las demás potencias coloniales en otros territorios.
¿Conquista o liberación de pueblos oprimidos?
Finalmente, está el proceso paradójico de la conquista,que también puede ser descrito como un proceso de liberación de pueblos oprimidos por una élite antropófaga. La conquista fue liderada por militares españoles, aliados con los pueblos esclavizados por el régimen, que se sublevaron.
Para el sociólogo argentino Juan José Sebreli, el Imperio Inca tenía muchos de los rasgos del totalitarismo moderno: trabajo forzado, control de la vida privada y castigo al disidente.
Por su parte, el azteca fue el estado más genocida de la historia, dice Marcelo Gullo.
Para los pueblos oprimidos de Mesoamérica y Los Andes no hubo invasión española, sino liberación del imperio antropófago de los aztecas y el dominio salvaje de los incas.
“La conquista la hicieron los indios”
Para darnos una idea: en el imperio azteca vivían 4,5 millones de personas. En el momento de la llegada de Hernan Cortes, unas 20 mil personas por año eran sacrificadas en rituales. Hay quienes especulan que eran 150 mil. Pero tomando en cuenta sólo 20 mil, estas representan 0,4 por ciento de la población total, que trasladado a la actualidad (en México hay más de 120 millones de habitantes), se traducirían en más de medio millón de asesinatos por año.
Cortés tomó Tenochtitlan al mando de 300 soldados y 200 mil indios. Éstos eran los hijos y los nietos de las mujeres de tribus oprimidas que aztecas e incas habían violado y matado a discreción, de familias que habían sufrido el secuestro de bebés y niños.
Al frente de las fuerzas indígenas iba una mujer, Doña Marina, que había sido esclava sexual tanto de los aztecas como de los mayas.
El historiador mexicano José Vasconcelos se cansó de repetir que en realidad, la conquista la hicieron los indios. Para los zapotecas, tlapanecas, huexotzincas y otros pueblos, la caída de tenochtitlan supuso el fin del poder azteca, y para huancas, chancas y chachapoyas, la caída de Cuzco significó el fin del sometimiento al imperio Inca.
Nada por lo que pedir perdón: Conquistadores, vencidos y liberados
A diferencia de otros procesos coloniales, los españoles mezclaron su sangre con la de los vencidos y los liberados.
Es el caso de Isabel, la hija de Moctezuma, que tras la conquista se volvió una de las mujeres más ricas e influyentes de México. El hijo de Hernan Cortés y Marina fue miembro de la Corte en España. La inclusión de los hijos mestizos entre los miembros de la clase alta fue habitual. Esta integración contrasta con el ejemplo del ex presidente de EE.UU. Jefferson, un empresario esclavista, que vendió como esclavos a todos los hijos que tuvo con sus esclavas.
Tras el final del imperio azteca, México se llenó de hospitales, colegios bilingües y universidades. La prohibición temprana de la esclavitud, y una política de igualdad en el acceso y la promoción de la educación y la salud pública de todos los habitantes por igual, tejió lazos sociales perdurables.
Nada por lo que pedir perdón: La construcción de una sociedad más justa
La conclusión de Gullo es que la sociedad que se construyó después de la conquista española, aún terriblemente injusta en términos modernos, fue mucho más justa que la existente bajo el dominio azteca o inca. Y que el proceso de colonización de España dejó un legado de desarrollo e integración de los pueblos nativos que estuvo ausente en los procesos colonizadores liderados por otras potencias europeas.
¿Cuál fue el factor que impregnó este accionar de España, más humanista que sus rivales históricos? Marcelo Gullo resalta el papel de Isabel La Católica, que puso la política al servicio de la fe, y esto se convirtió en política de Estado con sus sucesores. Aportó mucho el carácter de la “raza de hierro española”, forjada al calor de 700 años de guerra patriótica y religiosa con el invasor musulmano.
Por eso los líderes patrióticos latinoamericanos se identificaban con una identidad hispanoamericana:
Eva Perón: “Somos españoles americanos”.
Augusto César Sandino: “Somos españoles indios”.
Eso fue antes de que las izquierdas del continente fueran capturadas por el globalismo, y comenzaran a militar el indigenismo, las plurinacionalidades y los independentismos.